28.12.11

Being Beyoncé [a Christmas dream]




Sí, estas navidades Maremeva y yo cenamos como los Tudor, en plan regio, cada una a un lado de la mesa. Eso fue al principio, luego pasamos al modo barra. Supe que todo había ido bien cuando me recordé soñando que era Beyoncé. Mis piernas, qué piernas, qué cuerpo. La felicidad no es perfecta y anotaré que en mi sueño se produjeron ciertas alteraciones en la fuerza. Era Beyoncé, sí, pero tenía que solucionar una especie de enfrentamiento entre bandas para conservar mi casa. Todo dependía de mí y, quizá por eso, era incapaz de recordar la primera estrofa de una de mis canciones favoritas. Pedí a una de mis fieles que me soplara el contenido pero también ella parecía incapaz de acordarse. En realidad, había sido sobornada por el lado contrario para que me hiciera luz de gas. Sudaba. Creía que era la angustia de la responsabilidad pero no era eso, era la suma de la funda nórdica + Marcello que con la llegada de los primeros fríos me cuecen y enriquecen all night long. Yo era Beyoncé, una diva del soul estupendísima, una negraza de tomo y lomo, y lomazo más bien, y no me iba a dejar engañar así como así. Descubrí el pastel y me lo comí. Ahh, eso es el éxito, la magia de estas fiestas. Soñarse Beyoncé. El milagro de la Navidad. Después de eso, lo demás qué puede importar.

12.12.11

Repelente

Y yo como si nada

Ni luces ni espumillón. Un ejército de papá no-eres no podrá conmigo estas fiestas*. Decididas a reflotar la familia con felinos, este año la Navidad se ha vuelto más interesante. Si se odian o no será otro capítulo pero por primera vez desde hace un lustro espero con ilusión la llegada de Maremeva y Greta a casa para pasar las fiestas. Después cualquier cosa puede ocurrir. Puedo empezar el año trabajando o puedo disfrutar de unas merecidas vacaciones. No more drama. Me niego a pasar por el aro de angustia de cada año. Bien es cierto que me importan muchas menos cosas o que me importan muy poquitas. Y sí, lo reconozco, ya no me esfuerzo tanto y paso mucho más de casi todo. No soy más feliz pero respiro un poco mejor. Es lo que hay.

28.11.11

Monsters in my cortex

Brisa y Brezo


Brisa y Brezo son hermanos. Brisa, sobre su hermano, tiene esa actitud de las hermanas pequeñas, empeñadas siempre en demostrarles a nuestros hermanos mayores que somos más fuertes. Brezo, debajo la separa con las patas traseras y delanteras, paciente, apretando lo justo para defenderse sin hacerla daño. Juegan. Seguramente se muerdan las orejas y se aplasten torpemente mientras pelean.
Son como nosotros, como éramos nosostros. Después de nuestras peleas yo me hacía las coletas de nuevo y me iba al cole. Y hasta que no tuvimos perro y empezó a mordernos a los dos cuando jugábamos esa era nuestra rutina. Las cosas de familia siempre suenan ridículas vistas desde fuera. Sin embargo, son fotos como esta las que me hacen recordar los momentos en que la vida parecía un lugar apacible. Nosotros entonces éramos como Brisa y Brezo, jugábamos ajenos a cualquier amenaza futura de extinción.

25.11.11


Algunas noches toca dormir, otras no. Últimamente las cosas se limitan a ser lo que parecen y la vida solo es vida a secas. A algunos les basta con eso. Algunos esperan que la vida sea solo lo que es. Otros, por el contrario, esperamos más de la vida. Que la vida sea lo que pretende ser es aburrido. No intervenir en nuestro destino es aburrido. Como Gonzálo Suárez yo empiezo a creer en el destino a posteriori. Eso me da un margen para pretender que la vida sea lo que yo busco o para buscar lo que pretendo conseguir.  Y ahora empiezo a vislumbrar que es lo que quiero de la vida. Vivir sin más no me parece un milagro. El milagro es sobrevivir, vivir sobre la vida,  aspirar a más, conseguir, conquistar. Y así llegar al amor pero al de verdad, llegar a casa y sentir que tengo un hogar donde las paredes cuentan mi historia. Que el hombre que ame me ame y que el hecho de amarnos nos complete a ambos. Amar para atraer a la risa, a la alegría, amar para compartir, para tirar del carro juntos y también, por qué no amar para disfrutar del sexo, de la lujuria, y luego aterrizar en abrazos tan abnegados como los cepos para osos. Amar para besarse, para sonreirse, para mirar sobre la taza del primer café de la mañana y desearse y contemplarse. Respeto. Piden respeto las cantantes de copla, los chulos y los chaperos. El respeto sí hay que tomárselo en serio y en serie, de modo constante. El respeto es el sistema de seguridad de un hogar. No se habla de respeto porque este se instala en las capas freáticas del amor mismo, no es posible el amor sin respeto. Y como decía Kiko Veneno: está muy bien eso del cariño, yo me comprometo pero no me des un dulce como a un niño, te estoy hablando de respeto. Y ahora dejo que la química haga su efecto y cierro mis ojos para seguir soñando un sueño.

Hoy he hablado con mi tío por teléfono. Hace poco le han operado de un cáncer de garganta pero ya está en casa y habla perfectamente, y se ríe. Me he emocionado. Después de la operación tenía miedo de oir su voz, de que al recuperar la voz el miedo se hubiera instalado en sus cuerdas vocales. Pero no, vibran con firmeza, como si te palmearan la cara al emitir cada palabra. Es el mismo. Sobre vive. Y lo que le queda. Pensé que me lo quitarían de a poquito, primero relegandolo al silencio y después a la tristeza pero no. Hoy puedo creer en el destino a posteriori y en el se cuenta que se pondrá bien. Buenas noches. Morfeo hoy se llama Stilnox, que es más tecno, pero ya me está arrastrando douxment hasta sus brazos.

22.11.11

Hacer el chino II

Si todos los que estamos hasta las gónadas de falsas promesas, de sueldos que desafían la ley de la relatividad, de nóminas que de puro congeladas deberían adjuntar cubitos de hielo, de reproducción imposible e improbable  y sin tiempo para nada más que trabajar saltáramos a la vez de nuestros puestos de trabajo un día de forma definitiva y al unísono, ¿acaso no tendríamos el mismo poder que todos los chinos saltando a la vez para sacar a la tierra de su órbita? Pues eso. Los chinos son los nuevos dinosaurios, tienen todas las respuestas y prefieren ser discretos. Pero yo sinceramente no sería tan osada de empezar a cabrearlos. Ha llegado el momento de abandonar las tiendas de campaña y sacar las esterillas al portal de cada casa pagada con dificultad y sin ayudas. Y esperar. Todos chinos. Cada vez más.

21.11.11

Hacerse el chino

A la vista de los últimos resultados electorales, ha llegado el momento de hacerse el chino, salir a la puerta de casa, estirar la esterilla y sentarse a esperar...

20.11.11

Girl Panic


I came by invitation to General Chelsey Mayhem

and going on to somewhere
Yes I was going somewhere

A Single Random meeting with your eyes
and now I am beaten.
And now I'm going nowhere, I know I'm going nowhere

With all the voices in my head
The clever words I never said
Of all the things to happen

In a girl Panic
This traffic make it through my mind
It's a crush panic she's got me atomized

You beg me to get closer
Dress falling off your shoulder
The heat is wrapping 'round us
This city's strapped around us

Cause now I sense your mission
is my coming demolition
And you just hold me under
I know I'm going under

With all the voices in my head
The clever words I never said
And you just let it happen

In a girl Panic
This traffic make it through my mind
It's a crush panic, she's got me atomized
In a girl Panic, the Midnight traffic in her eyes
Like a hypnotic, and I am mesmerized.

You know you know I want you
I know you know I want you

With the voices in my head
The clever words I never said
And you just let it happen

In a girl Panic
This traffic make it through my mind
It's a crush panic, she's got me atomized
In a girl Panic

The Midnight traffic in her eyes
Like a hypnotic, and I am mesmerized.
In a girl Panic
It's a crush panic
She's a hypnotic,
It's a Girl Panic

17.11.11

Si no fuera por el frío


Necesidad de descanso, de hacer posible lo imposible: mantener el equilibrio, la calma. Me visitan mis parientes entre sueños. Me hacen la pascua cuando llegan las fiestas.
Se puede desarrollar una fobia inconsciente a las guirnaldas, a los papá-no-eres.
Se puede participar cada año en los saltos de nieve sin coger un ski, destrozarse la cintura haciendo slalom y aguantándose las ganas de querer tirarse en mitad de la pista y echar a llorar. Si no fuera por el frío, si no fuera porque esto es solo conmigo. He abierto la despensa esta mañana y no quedaba nada que llevarse a la boca, a los brazos.
Si no fuera por el frío, si no afuera aquí dentro sí. Frío, ganas de llorar, delirio, la misma locura de siempre, la misma ansiedad de siempre. Soy como una vieja maquinaria que reclama más madera! más madera!, y siento que talar un amazonas no basta para poder respirar. Me ahogo y no hay padre Karras que encuentre la manera de hacer que esto pare. Maldito sea.

14.11.11

Corresponsalía: El síndrome de albatros

El síndrome de albatros es un síndrome real. Al parecer, consiste en la incapacidad del paciente para superar el mal que lo aqueja lo que le empuja a aludir de modo constante a dicho mal. O algo así. También es el título de la última novela de Gonzalo Suárez que conversaba esta tarde con Enrique Vila-Matas en el Teatro Romea en Barcelona para presentar a su criatura. En el escenario dos escritores mayúsculos en una mesa minúscula. Un espectáculo contemplar sus piernas bajo la mesa, el único indicio de la timidez de ambos. Si solo atendiéramos a ese detalle cualquiera podría imaginar dos niños con su bata del colegio intentando describir cualquier cosa. La realidad no dista mucho de esa imagen. Hablan de cualquier cosa, hablan de la escritura, por supuesto, pero al tiempo se interrumpen creando sobre la marcha perspectivas imposibles. Ambos coinciden en señalar que lo normal es lo excepcional, que lo normal no existe en realidad. Cuando escriben, coinciden, piensan luego no existen. La realidad se detiene para que puedan aprehenderla y aprenderla. Vila-Matas observa que nada es lo que parece a ojos de un escritor y que si, por ejemplo, los marcianos nos visitaran sería más probable que pensaran que son los coches los que pueblan la tierra y no las personas. Escribir implica saber algo nuevo, reconocer algo que no se esperaba que apareciera en el texto. Escribir es divertido si entendemos que parte de esa diversión atiende a la desesperación que supone aceptar "la vida a secas". Alguien dijo una vez que solo a los idiotas les basta con la vida a secas. Por eso el escritor intenta atrapar la realidad mediante la escritura para evitar el dolor. Pienso en Joan Didion y su pensamiento mágico. Gonzalo Suarez cuenta como un día en el teatro María Guerrero se dio cuenta de que simulando la vida en un escenario se podía evitar el dolor "en directo". Eso es Hamlet. Porque cuando la vida irrrumpe se acabó la literatura. Y nos pasamos la vida como los habitantes de una población próxima a un volcán. Cada vez que este ruge, vomita ceniza y lo arrasa todo, los hombres de este pueblo vuelven a construir y pronto olvidan que el volcán está ahí y que en cualquier momento puede volver a arrebatárselo todo. Para eso nos sirven los libros, la literatura. Olvidamos el dolor y seguimos adelante. Por eso muchas veces, cuando nos ocurre algo, sabemos lo que nos pasa porque otros antes lo escribieron. Y ahí es donde los clásicos tienen sentido porque al leerlos podemos establecer un diálogo con muertos inteligentes. Algunos autores serán nuestros amigos, otros no. La existencia no es otra cosa que construir al pie del volcán. Para algunos. Otros permanecen esclavos de su dolor, carne de síndrome, puro albatros.

Si mal no recuerdo, el albatros es un pájaro monógamo que solo tiene un par de crias en su vida. Si mal no recuerdo algunas culturas representaban a Jesucristo como ese ave herida que luego encontró su paralelo en la imagen de la crucifixión con aquella herida supurante hecha con una lanza. Se me ocurre que la Iglesia ha pasado quizá demasiado tiempo lamiéndose la herida y el volcán ha seguido rugiendo para todos. Se me ocurre que tan obsesionados estaban con su herida que ni siquiera se dieron cuenta de las consecuencias de que el volcan rugiera. Hay que dejar que la gente reconstruya sus cabañas y no detener sus vidas obligandoles a mirar y temer al volcán.

La primera vez que el volcán arrasó mi vida era navidad. Supongo que todos tenemos algo de albatros y aunque nos llenamos de literatura, y gracias a que nos llenamos de literatura y por tanto tomamos conciencia de los otros y vivimos en los otros la vida con todo su jugo, a veces, solo en fechas señaladas, sentimos en nuestro interior cómo ruge el volcán y tememos irracionalmente que nos vomite encima. Pero la solución, la buena, es seguir construyendo bajo el volcán. En eso estamos.

9.11.11

Volver a casa

Quedamos en un bar. A la hora acordada va llegando la gente. Cada cual se quita el abrigo, se sienta, pide algo. Sientes que estás en casa. Todos sonríen incluso cuando minutos antes quizá no lo hacían. Confirmas que qué bien, qué gusto, qué sensación tan de parchís, de estar en seguro o a las puertas de casa. Cada unidad familiar se congrega junto a las demás. Superhéroes planeando en torno a una cerveza, jamón regular, pan excelente y buenas historias. Risas. Pagamos a escote y lo del jamón nos lo tomamos a pecho. Pero que rico el pan, ciertamente. Salimos. Besos, adioses, tú a Boston y yo a California. La vida a veces es un anuncio de cerveza.

El abrazo imposible

7.11.11

Greta

Pronto seremos uno más en mi familia. Todos gatos. Aquí os presento a Greta, futura compañera de Maremeva.

4.11.11

When You´re Smiling


No estaba tan nerviosa desde las navidades en que pedí al niño jesús ( i was born this way) que me trajera la boutique de la Barbie. ohh, cant't imagine. Ayer la prueba del bizcocho fue todo un éxito y hoy, a las 13:30 voy para que me pongan las piezas definitivas ya glaseadas*. Taaan bonitos mis nuevos dientes. Se acabó fingir que no me importaba, que no pasaba nada y que me daba igual. No amiguitos. Han sido dos años muy duros de operaciones y sonrisas contenidas, de mucha vergüenza por ser tan joven y estar así. Pero hoy se acaba. Hoy podré estrenar un montón de sonrisas nuevas, sonrisas con dedicatoria, sonrisas especiales. A partir de hoy voy a poder morder sin miedo, voy a poder reírme y no pensar en taparme la boca. Y va a dejar de doler y voy a dejar de tener miedo a sonreir. Es casi como si me obligaran a ser feliz o a ser agradable para poder presumir de mi nueva sonrisa.
Ignoro que siente la gente que lleva una prótesis pero yo confieso que ayer me emocioné porque me di cuenta de lo que suponía para mí volver a ser normal o parecerlo. Toda una experiencia. Cuando vea a los superhéroes les tendré preparada una sonrisa exclusiva, personal e intransferible. Saben que se lo merecen.

*pongo esta versión porque mi hermano y yo la cantábamos así por la casa. Al capitán de las sonrisas.In memorian.

3.11.11

Me siento extraña


Ir al dentista en halloween, el día de difuntos, todos los santos-all saints hay que reconocer que tiene su punto. Esta vez, atrás quedan las sesiones de cuatro horas injertando hueso de aquí allá, estos días todo pasa por el laboratorio. En realidad, todo se parece a un capítulo de Superestructuras pero sin tuneladora. Primero me pusieron unos pilares, lavirgendelpilardicen, los más altos, para elevar las encías; después me probaron los hierros, que se elevan sobre los pilares, y que hicieron de mi sonrisa un calco de la de Tiburón, malo maloso de las películas de 007. Hoy quiero confesar que esta tarde, quien me lo iba a decir, me prueban el bizcocho. Como Barbara Rey y Rocío Durcal en plena época del destape, confienso que me siento extraña. En realidad la "prueba de bizcocho" consiste en probar la cerámica ya fijada a los hierros para después pulirla y darle forma al diente. La acción de pulido se conoce como glaseado. Y es eso lo que me aliena. Hoy me prueban el bizcocho y mañana me lo glasean. La felicidad ah, ah, ah, me la dio tu amor, or, or. Hoy me prueban el bizcocho y mañana me lo glasean. Me encomiendo a lo más alto con un ruego, que estás no sean mis últimas palabras.

27.10.11

Es un luchador

En ocasiones, la vida nos obliga a fingir indolencia. Ocurre por saturación. No sabía en qué momento del combate habían cerrado sus brazos, cuándo había empezado a sentir la tensión de las cuerdas lacerando la piel de su espalda. Enrocado tras los guantes, estaba a decidido a consumir su voluntad resistiendo los golpes de su adversario, un enemigo a las puertas. Era consciente de que si cedía a los aldabonazos su cara saludaría un gancho directo que acabaría por proyectar su barbilla dibujando una elipse imposible. Eso, desde luego era en lo que pensaba mientras aguantaba los primeros golpes; Con los siguientes el contrario se difuminó, la masa, el público con él. Resistir era una cuestión de armonía.

Necesitaba ganar tiempo, tiempo para no solo acopiar todas las fuerzas sino el coraje, la determinación necesaria para, con un movimiento preciso, agudo, deslizar el brazo derecho, sirviéndose de la viscosidad propia de los guantes a estas alturas de la pelea, hasta el vientre de su oponente. Un golpe seco, un giro rápido y ganaría la ventaja del espacio abierto.

“Piensa , piensa. Vas a dejar que te venza? Haz que su vanidad lo confunda, deja que salga, que crea que te tiene vencido, que crea que a fuerza de golpear acabará por saludar con su puño a tu barbilla haciéndola dibujar una elipse imposible. Resiste, llévale ahí, recuerda que lo importante es amortiguar el ritmo de sus golpes, que cuando tu pecho se venza levemente hacia el frente para recuperar tus pulmones, busque el impacto; finge sorpresa y repliégate representando el fracaso de tus fuerzas. Resiste. Vamos. Puedes hacerlo. Recuerda lo que has aprendido en tantos años sobre el cuadrilátero, cable rojo o cable verde, tienes que desarticular su estrategia y tan pronto lo hagas golpear sin clemencia. “

Sabe que ése es el secreto. Sabe que va a lograrlo. Vencerá. Su compañero en el ring tambien lo sabe pero justo ahora empieza a confiar en que quizá esta vez, quizá por una vez, podría invertir la estadística, hacer ganar dinero a los insensatos que se atreven a apostar por su 50-1 Sabe que le va a ganar, sabe que solo puede seguir golpeando, caer en todos los tópicos, instar a su puño a que haga las veces de ariete. Sabe que cualquier día,incluso al momento siguiente, puede acabar contra las cuerdas. Pero ahora confía, necesita confiar en que puede vencer las defensa, esos dos haces verticales de músculo que le cierran el paso hacia el siguiente combate.

Ya no recuerda ni cómo empezó en esto, hace demasiado, ni siquiera recuerda como era originariamente su nariz, esa oda al cubismo cincelada a golpes de malas decisiones. Pero a ella le gusta, piensa. Se prepara. Ya está llegando el momento. Si o no es ahora una pregunta que solo puede responder él. Poco a poco regresa el ruido de fondo, se disocia, escucha la voz de su entrenador por encima de las del resto, nota el calor de la tela, el cuero, la respiración de el joven boxeador con el que hoy pelea. Respira , huele, siente en su paladar la confianza del novato y sabe con precisión de cirujano que ha llegado el momento del golpe final. Morir o vencer a la muerte. Luchar y ganar. Venimos desde muy lejos para rendirnos ahora. Bip-bip-bip “así, debo seguir el ritmo primero y después…”

-Después, señora, con el paso del tiempo, si se mantienen sus constantes como hasta ahora, confiamos en que su marido salga del coma.

- No me preocupa-dice ella- Mi marido es un luchador.

20.10.11

Crónicas de Nueva York de Maeve Brennan

"Últimamente he dado paseos ovalados". Maeve Brennan

«Nosotros, neoyorquinos corrientes, éramos reyes y señores en todos esos lugares, aun en aquellos en que el dueño fingiera ser hosco o en los que lo fuese realmente. Podíamos elegir y encontrar nuestros restaurantes favoritos y disfrutar de una de las maneras de sentirnos en casa en esta ciudad. Es en la vida cotidiana, buscando restaurantes, tiendas y un lugar donde vivir, cuando encontramos nuestra vía para entrar en la ciudad. Y hay que encontrar una vía propia en Nueva York. Porque no es una ciudad hospitalaria. Es muy grande y no tiene corazón. No es encantadora. No es simpática. Es agitada, ruidosa y descuidada, es un lugar duro, ambicioso e irresoluto, no muy animado, y nunca alegre. Cuando relumbra, es muy muy brillante, y cuando no brilla, está sucia. Nueva York no hace nada por aquellos de nosotros que nos sentimos inclinados a amarla, excepto implantar en nuestro espíritu una morriña que nos confunde hasta que nos alejamos de ella, y entonces comprendemos por qué sentimos inquietud. En casa o lejos, sentimos añoranza de Nueva York, no porque Nueva York fuese mejor ni peor, sino porque la ciudad nos posee y no sabemos por qué».

13.10.11

Refugiados

-bosita de arena de sílice
-bolsita de pienso
-cubeta pequeña arena
-1 juguete
-2 pares de bragas
-1 pantalón
-2 camisetas
-chaqueta
-pijama
-tabaco+tubos+máquina
-cepillo dientes

Lavar a 60º y dejar secar al aire.
Guardar en bolsa hermética.
Fumigación
72 horas fuera de casa refugiados en territorio amig@.
El rascar se va a acabar. : )

4.10.11

FUMIGACIÓN INMINENTE

Que yo recuerde, ni siquiera en mi adolescencia tuve tanto pánico a los puntos negros. Han pasado los años y aunque mi cutis no reviste gravedad, la visión de cualquier punto negro en mi pared hace saltar todas mis alarmas. Mis queridas amigas, mis compañeras de piso, esas grandísimas hijas de su especie, las chinches, han tomado la casa. Ahora me arrepiento de no haberle hecho ascos a nada nunca. Por eso he decidido volverme escrupulosa. A partir de hoy, os lo advierto, todo me dará asco y no intentaré acostumbrarme a nada. Esta actitud samurái tan mía me acabará obligando a darle las llaves a estas bichas y mudarme a otro lugar más apacible. Con todo soy feliz, sí, desesperadamente feliz porque con esta querencia mía a la catástrofe podría vivir en un clima tropical y tener lianas y vegetación extraña colgando desde el techo; podría vivir cerca del mar y tener una casa imán de tsunamis; o ser carne de tornado o de esa combinación tan cuca que es la de tornado y tsunami y que eleva a otro nivel la expresión "quieres arroz pues toma dos tazas".Qué hartura. Estoy cansada hasta de hablar del tema. Pero me debo a mi público. Ahora que la fumigación es inminente  os informo de que una vez superada esta etapa, las siguientes entradas volverán a uno de esos temas que sé que os arrebata: mis dientes. Sería poco considerado por mi parte ya que me habéis acompañado hasta este punto que no os contara en que queda la Operación Final o lo que es lo mismo: la colocación de mis dientes definitivos.  Estoy segura de que este capítulo estará lleno de situaciones trépidantes aptas para los públicos más exigentes. Y para añadir más emoción al asunto os garantizo que será en octubre, que lo de hacer las cosas por etapas no es para mí. Qué Benjamin Button me siento, dios de dios, de la puesta de dientes al horror a los puntos negros adolescente. Échaleguindasalpavopavo.com. Va por ustedes.

29.9.11

La oveja soy yo

No sé si cortarme un pecho y aceptar directamente mi nueva condición de amazona o llamar al chinchero. Porque sí, lo acepto, mi casa se ha convertido en un reducto selvático con clima mediterráneo. En mi casa habitan todo tipo de especies. Yo tengo chinches y Marcello, se confirma, tiene pulgas. También he visto peces plata, que no pican ni nadan  pero se pasean a sus anchas por la casa. Un ejército de especies diminutas ha tomado el control. El domingo la aspiradora se dió de baja, suerte que empezó a oler a quemado y pude evitar la explosión y la consiguiente lluvia de insectos. Ríete tú del piromusical de las fiestas de la Mercé, eso sí que hubiera sido la bomba. No sé como será vivir entre gorilas y con niebla, pero aquí, incluso a pleno sol, resulta complicado. Y rídículo, mucho. Porque yo me rasco como Marcello y Marcello se acaricia contra todo para ver si se le bajan sus habitantes, que lo han convertido al pobre en su nuevo bus turístic de esta amazonía. Y lo normal es que yo me acaricie contra todo, que una es de natural mimoso, y que Marcello se rasque. Pero es lo que tienen estos cambios, que obligan a adaptarse al medio. Entre tanto nos visita maremeva, y las chinches que no son tontas, lo primero que han hecho ha sido darse un festín a costa suya. Con razón el tipo del juego aquel, Chincheando!, aparecía en una cama con cara de terror. Las chinches salen por la noche, bueno, no salen, se pegan durante el día como ninjas a la pared y luego se tiran desde lo alto cuando sube la temperatura. La monda. Haciendo "balconin" desde mi cabecero, las muy putas. Y luego, cuando ya me están chupando la sangre (que yo ya me dejo porque hay que dormir) Marcello sube a la cama, y como si acabaran de llegar a la Sagrada Familía, se lanzan como locas sobre mí a por su souvenir. Y ya se sabe, reunión de pastores, oveja muerta. Lo malo es que esta vez la oveja soy yo.

23.9.11

Haz que pare, padre Karras

Necesito un exorcismo. Hacer que pare. Necesito que no exista, que desaparezca. Me muero, cada vez que lo nombran, me sangran las heridas. Dicen su nombre y huelo azufre. El Ministerio informa: si te aisla, si te amenaza, si te grita, si, básicamente, te hace sentir que no vales nada, que no mereces nada, entonces...
No son solo los actos, también las palabras dejan a un hombre sin atributos. Deberían privarle de su nombre. Seguiría existiendo pero menos, sería pero mutilado.
He dejado de desayunar con su fantasma. Me levanto y vivo en paz. Soy feliz. Incluso, tímidamente, empiezo a conectar mis sentimientos con el mundo.
Ya no me doy asco,
ya no pienso cada día que no merece la pena despertarse.
No me ahogo,
no lloro,
no me engaño.
Sonrío, escribo, no mato a las plantas, cuido al gato. Cuido a mi madre. Quiero a mi madre. Soy exigente, luchadora, inteligente. Soy guapa. Soy deseable. Soy una mujer hermosa, inteligente y guapa. Tengo por amigos a un ejército de superhéroes.
No merezco que lo nombren ni que exista. Necesito detener esta emo-rragia.

22.9.11

Pesa-dila

Pesadilla, que nombre tan ridículo, tan poca cosa; que manera de disimular,de esconder el horror que se puede llegar a experimentar con un mal sueño. Pesadilla. Ensaladilla. No sirve para nada. Palabra inútil. Quizá sirva para devolvernos a la realidad, para sosegarnos. Has tenido una pesadilla, bueno, con ese nombre no debe ser grave. Se me pasa. Ya. PUES NO.

21.9.11

Remember 2001


Desperté
y mi cintura
estaba llena de palabras:
de te quieros malditos
de mortales miradas
de tus besos furtivos
entre rimas frustradas.
Desperté
y mi cintura
era una fiesta
con guirnaldas.

18.9.11

Lo sabían

Recuerda que estaba loca por él. Este verano tenía quince años, llevaba el pelo corto, y le habían comprado dos bañadores: uno amarillo flúor (estaban de moda)  y otro verde y naranja en el que se podía leer "Call Me" seguido de un número de teléfono cualquiera. Eran otros tiempos y aquel bañador era políticamente correcto. Estaba delgada, nunca tanto como las demás, pero su índice de masa corporal era más que aceptable.Sin embargo, no tenía ni la más remota idea de aquello. Pero no fue ése el verano en que las cosas cambiaron, eso ya había empezado a ocurrir tres años atrás. Hasta la fecha seguía sin entender cómo funionaban las cosas. Quizá la culpa era del cole de monjas, todas chicas. Los chicos estaban ahí fuera, como los extraterrestes o los fenómenos paranormales.
Estaba loca por él y ya había besado a unos cuantos.  Pero sin éxito. O mejor decir que éxito sí, mucho, demasiado, más del que era consciente y más del que podía comprender. Pero ese verano y ese invierno ella estuvo loca por él. Tenía cinco años más que ella. Era del grupo de los mayores, porque cuando tienes quince años siempre lo son. Tonteaban en la piscina, jugaban en el agua, ella se divertía y poco a poco se fue enamorando de él. Así funcionan las cosas a los quince años. Después todo se complica. Enamorarse es a esa edad una condición necesaria, como el carnet de la biblioteca o del videoclub. Enamorase y luego comenzar a imaginar besos de película, besos con travelling incluído, besos idiotas, mucho. Pero a menudo la realidad cuenta con unos escenógrafos pésimos. La primera vez que la besó estaban en su casa, la de él. La copa Davis, Roland Garros, no, por las fechas debía ser Wimbeldon, sí. La verdad es que ni entonces ni ahora le ha interesado lo más mínimo el tenis. Pero allí estaban besandose en el salón mientras se oía al juez de pista con sus noes recriminatorios. Cinco años a veces significan muchas cosas. Por eso la clandestinidad. Tan inocente como para no vivir aquello como algo de lo que presumir sino más bien como algo secreto, romántico, muy rosa. Las películas de las sobremesas del fin de semana han destrozado más de un imaginario adolescente. Y así fue un par de veces más ese verano. Besos clandestinos, besos y algún codo defensivo porque el amor que imaginaba solo consistia en eso, en besos, muchos besos. Y después movimientos raros, amigos que reprochan pero que reprochaban porque querían lo mismo, lo mismo pero para ellos; amigos protectores pero solo presuntamente. Y entonces, ¿cómo entender nada?¿Cómo saber quien era el malo? ¿Lo era ella acaso?
Tenía quince años y estaba enamorada de él y sí, lo pedía, lo pensaba, lo desaba porque si hubiera nacido cinco veranos antes entoces, estaba convencida, serían felices para siempre. Porque al principio lo que llamos amor se reduce a besos sin más y para siempre. Pero no fue así. Obvio.
Después de ese verano pasó de todo, pasó demasiado, pasó mucho que no hacía falta que pasase y los quince años se convirtieron en un lugar al que no volver jamás, ni siquiera con todo lo aprendido ahora, ni siquiera para tomarse la molestia de editar los recuerdos. Bueno, se decía, pero se deslizaba por un tobogán de desafecto y falta de autoestima. Con todo, aquel amor de quince años resulto inocuo. Lo supo cuando vino todo lo que vino después. Llovió, mucho, llovió todo lo que podía llover y algo más. Y durante años ella sintió que ya no la lluvia, sino un monzón se cernía sobre ella. Bueno, pensó otra vez, en ocasiones, esto es lo que hay. Las niñas buenas van al cielo y las malas, las malas invitan siempre a la última ronda. Con los años, los besos, y las copas se hicieron buenos amigos. Dejó de estar enamorada de él para enarmorarse de otros tantos con intensidad y final similares. Donde hay patrón no manda marinero. Y su patrón se repetía sin descanso. Lo bueno del tiempo, lo mejor que tiene el tiempo es que pasa, con mayor o menor rapidez pero pasa.
Hoy, veinte años después, recibe un mesaje suyo en el móvil.  Lo bueno que tienen los años también es que curan heridas y las suyas hoy, mientras lee su mensaje, le quedan ya muy lejos. Contesta: "Estoy bien ¿y tú? " Algunas conversaciones deberían autodestruirse como los mensajes de los agentes secretos. Justo después de la primera frase. "Me he divorciado, estoy muy bien. Estoy en Alicante. Vente." WTF?!!! Por un momento se siente como una call girl, sí, porque además, mientras hablan o se escriben, lo mismo da, ella está con el mocho (su fregona deluxe ha querido caracterizarse para darle dramatismo a la escena) fregando la casa. Está pensando en su tía, la que dice que no tenía aspiraciones de pequeña y que tras dos neumonías casi ya no le quedan de mayor. Está pensando en que sus aspiraciones son de la última invasión de chinches que invadió su colchón. Porque ahora sí, los únicos vampiros que la liban son pequeños y es legal su exterminio. Mientras tanto él insiste. "Coge un avión. vente a Málaga. Cobarde." Y ella sigue pensando en que acaba de quemar la resistencia de su aspiradora y con ella gran parte de sus aspiraciones. Tengo un trabajo, dice, y al instante se da cuenta de que cada vez se está metiendo más en el personaje. Ahora está en el baño, echando salfumán al inodoro. Lleva una mascarilla puesta. Un cuadro. Pero se revuelve, quizá los vapores del salfuman sean buenos para estos asuntos, y  decide defenderse escribiendo un par de frases rápidas que le den en plena línea de flotación (con los años es una ninja del rejoneo instantáno). El contrataca, rápido, con un par de frases que le hacen parecer sensible. Game Over. El sátiro e finito. Hablan como personas aunque queda claro que tras el divorcio él ya está pesando en la segunda ronda. Pero qué ridículo pretender erotismos tan burdos. Si él supiera que ella está mascarilla en cara y escobilla en mano limpiando el váter...  La conversación acaba y a ella le da miedo salir a la calle: Quizá esta vez los ochenta hayan vuelto para quedarse. La coversación se acaba y ella piesa, mocho en mano, que a este paso lo siguiente será que volvamos a los árboles y que, después de eso, nuestros recién desarrollados pulgares tecnológicos nos devuelvan al modo anfibio. Donde quiera que estén, los dinosaurios se reirán de todos nosotros. En vez de trompetas escucharemos una carcajada interestelar venida de otro plantea. Los dinosaurios lo sabían. Por eso hiceron mutis por el foro. Los dinosaurios, que especie más elegante. Y no como nosotros, los monos.

14.9.11

Las cosas de la vida, las cosas del querer.

Mi equipo financiero está en contacto permanente con las principales bolsas del mundo. No tengo primas de riesgo, solo unas cuantas en Asturias y otra en Madrid y me consta que son buena gente. Siguendo la doctrinas del filósofo Escohotado he comprobado que no hay mal que resista a 36 horas de sueño y un prudente ayuno, y que de la piel pa' dentro mando yo. Yo soy mi estado soberano y no conozco otra frontera que las lindes de mi cuerpo. Dicho esto, acabo de modificar mi constitución y aunque sigo teniendo el mismo contorno de caderas, mi techo de gasto ha sido fijado hoy mismo, y de ahora en adelante a pesar de que a día de hoy es de uralita, confío en que pronto y gracias a las medidas tomadas con la inestimable ayuda de mi equipo financiero, pronto, muy pronto, será un techo con su aislante y una cubierta a prueba de bombas, la envidia de los ingenieros vaticanos. Entonces oireis campanas que nada tendrán que ver con el anuncio de un nuevo Apocalípsis financiero sino la señal inequívoca de que se me han concedido, finalmente y por derecho propio, mi nuevo par de alas. Acto seguido, los océanos se volverán chiquitos y los sobrevolaré todos. Mis superhéroes mientras tanto trazarán nuevos mapas llenos de direcciones secretas donde ser feliz. Dirigiré mi propia compañia aerea de la que seré el único miembro. Hasta entonces, estad tranquilos, yo ya hace un tiempo que soy millonaria, que si de una cosa estoy segura es de que el cariño verdadero ni se compra ni se vende ni se paga con dinero. : )

Try a little tenderness

8.9.11

Las vírgenes encontradas


Como cambia el cuento. El año pasado creía que eran perdidas. Hoy día 8 de septiembre es el día de las vírgenes encontradas, todas ellas en santuarios de difícil acceso, excavados en la roca en lo más alto de altas montañas. Y es mi santo.
Me ha llamado. Me ha dicho que va a intentarlo, que se ha dado cuenta de que se estaba abandonando al sueño, escondida también en un lugar remoto ,tb de difícil acceso. Y me he emocionado. Quiero recuperarla. Necesito recuperarla. No podría haber elegido un regalo más perfecto.

Conociendo a Mastorna

GUIDO


¿Sería ésta la segunda vida, la vida verdadera? ¿Ésta la meta a la que debemos de llegar después de tantos años de miedos, de afanes, de soledad, de dolor? ¿Una vida tan pobre y amarga, todo para llegar a esta fiesta malhadada? ¿Es éste el reino de Dios? (con un grito desesperado) ¡Es imposible! Con todas mis fuerzas, con toda mi pasión, con toda mi inteligencia, con todo mi corazón yo grito: ¡es imposible que la muerte sea esto! ¡No debemos aceptarlo, no podemos aceptarlo!

El viaje de Mastorna. Federico Fellini.

30.8.11

Poco a poco

Tiene sentido
que nos de tanto miedo soltar el segundo brazo,
lanzarnos al
                                                                                                     [vacío. ]

29.8.11

Hacemos lo que podemos

Ignorance by Philip Larkin

Strange to know nothing, never to be sure
of what is true or right or real,
but forced to qualify or so I feel,
or Well, it does seem so:
someone must know-

Strange to be ignorant of the way things work:
their skill at finding what they need.
their sense of shape, and punctual spread of seed,
and willigness to change;
yes, it is strange,

Even to wear such knowledge - for our flesh
surrounds us with its own decisions-
and yet spend all our life on imprecisions,
That when we start to die
have no idea why.

24.8.11

Jazz Messenger By HARUKI MURAKAMII

July 8, 2007

I never had any intention of becoming a novelist — at least not until I turned 29. This is absolutely true.
I read a lot from the time I was a little kid, and I got so deeply into the worlds of the novels I was reading that it would be a lie if I said I never felt like writing anything. But I never believed I had the talent to write fiction. In my teens I loved writers like Dostoyevsky, Kafka and Balzac, but I never imagined I could write anything that would measure up to the works they left us. And so, at an early age, I simply gave up any hope of writing fiction. I would continue to read books as a hobby, I decided, and look elsewhere for a way to make a living.
The professional area I settled on was music. I worked hard, saved my money, borrowed a lot from friends and relatives, and shortly after leaving the university I opened a little jazz club in Tokyo. We served coffee in the daytime and drinks at night. We also served a few simple dishes. We had records playing constantly, and young musicians performing live jazz on weekends. I kept this up for seven years. Why? For one simple reason: It enabled me to listen to jazz from morning to night.
I had my first encounter with jazz in 1964 when I was 15. Art Blakey and the Jazz Messengers performed in Kobe in January that year, and I got a ticket for a birthday present. This was the first time I really listened to jazz, and it bowled me over. I was thunderstruck. The band was just great: Wayne Shorter on tenor sax, Freddie Hubbard on trumpet, Curtis Fuller on trombone and Art Blakey in the lead with his solid, imaginative drumming. I think it was one of the strongest units in jazz history. I had never heard such amazing music, and I was hooked.
A year ago in Boston I had dinner with the Panamanian jazz pianist Danilo Pérez, and when I told him this story, he pulled out his cellphone and asked me, “Would you like to talk to Wayne, Haruki?” “Of course,” I said, practically at a loss for words. He called Wayne Shorter in Florida and handed me the phone. Basically what I said to him was that I had never heard such amazing music before or since. Life is so strange, you never know what’s going to happen. Here I was, 42 years later, writing novels, living in Boston and talking to Wayne Shorter on a cellphone. I never could have imagined it.
When I turned 29, all of a sudden out of nowhere I got this feeling that I wanted to write a novel — that I could do it. I couldn’t write anything that measured up to Dostoyevsky or Balzac, of course, but I told myself it didn’t matter. I didn’t have to become a literary giant. Still, I had no idea how to go about writing a novel or what to write about. I had absolutely no experience, after all, and no ready-made style at my disposal. I didn’t know anyone who could teach me how to do it, or even friends I could talk with about literature. My only thought at that point was how wonderful it would be if I could write like playing an instrument.
I had practiced the piano as a kid, and I could read enough music to pick out a simple melody, but I didn’t have the kind of technique it takes to become a professional musician. Inside my head, though, I did often feel as though something like my own music was swirling around in a rich, strong surge. I wondered if it might be possible for me to transfer that music into writing. That was how my style got started.
Whether in music or in fiction, the most basic thing is rhythm. Your style needs to have good, natural, steady rhythm, or people won’t keep reading your work. I learned the importance of rhythm from music — and mainly from jazz. Next comes melody — which, in literature, means the appropriate arrangement of the words to match the rhythm. If the way the words fit the rhythm is smooth and beautiful, you can’t ask for anything more. Next is harmony — the internal mental sounds that support the words. Then comes the part I like best: free improvisation. Through some special channel, the story comes welling out freely from inside. All I have to do is get into the flow. Finally comes what may be the most important thing: that high you experience upon completing a work — upon ending your “performance” and feeling you have succeeded in reaching a place that is new and meaningful. And if all goes well, you get to share that sense of elevation with your readers (your audience). That is a marvelous culmination that can be achieved in no other way.
Practically everything I know about writing, then, I learned from music. It may sound paradoxical to say so, but if I had not been so obsessed with music, I might not have become a novelist. Even now, almost 30 years later, I continue to learn a great deal about writing from good music. My style is as deeply influenced by Charlie Parker’s repeated freewheeling riffs, say, as by F. Scott Fitzgerald’s elegantly flowing prose. And I still take the quality of continual self-renewal in Miles Davis’s music as a literary model.
One of my all-time favorite jazz pianists is Thelonious Monk. Once, when someone asked him how he managed to get a certain special sound out of the piano, Monk pointed to the keyboard and said: “It can’t be any new note. When you look at the keyboard, all the notes are there already. But if you mean a note enough, it will sound different. You got to pick the notes you really mean!”
I often recall these words when I am writing, and I think to myself, “It’s true. There aren’t any new words. Our job is to give new meanings and special overtones to absolutely ordinary words.” I find the thought reassuring. It means that vast, unknown stretches still lie before us, fertile territories just waiting for us to cultivate them.

Rostro de la tragedia


La guerra será larga pero hemos comenzado a ganar algunas batallas. Como puede apreciarse en esta foto* el enemigo está sitiado. Sus fronteras y su valor se debilitan.

23.8.11

Cómeme si tienes huevas



Estoy segura. Moveré la cama y en el rodapié encontraré una pintada así en algún momento. Escrita con mi sangre a patas de pulga -el trazo irregular es por los saltos. Sí, sé que se esconden en mi cuarto. Atacan por las noches. Se refocilan a lomos de Marcello y cuando oscurece saltan sobre mí y liban hasta hartarse.
Esta misma noche las he sorprendido abandonándome, caminando por el colchón ebrias de trementina y largos besos. Cerdas. Gordas. Ahítas.Tambaleantes. Borrachas de sangre. Vampiras. Incapaces de reaccionar han caído en la emboscada tendida por mi mano. Eso sí, estaban tranquilas, serenas como nunca. No saltaban, para qué. Qué podían saber ellas de la serenidad con marca registrada que me corre por las venas.
Cómeme si tienes huevas.

22.8.11

Pulgas




Me están comiendo viva. Empieza a parecer que tengo sarna. Me rasco, claro, pero es perverso. Uno empieza y entiende como los animales, carentes de sentido del pudor, son capaces de echarse una pierna a la nuca para lamerse los huevos o rascarse una oreja. No es que servidora haya llegado a ese extremo, pero ayer tuve que echarme Talquistina en los brazos para calmar el dolor. Esto empieza a parecerse a la varicela.

Una parte de la casa ya ha sido saneada, aunque confieso que casi me cuesta un pulmón. Como aquella vez que sólo se me ocurrió rocíar el matacucarachas hacia el techo para caer sobre mí segundos después. Hay que ser idiota. Y menos mal que estaba sola, que había que verme haciendo ruidos con la garganta mientras intentaba aliviar mi paladar con agua. IMbécil. Y ahora pulgas.

HOy espero poder hacerme fuerte en mi cuarto. Qué verano. Esto solo lo mejora una buena tormenta. Ay.

21.8.11

Travesuras estivales





Estamos en ello. Todos los superhéroes orbitan en torno a esta ciudad. Regresan las naves a los hangares como cada final de vacaciones. Una vez más me he quedado en tierra; como si no fuera capaz de subir las rampas de despegue a tiempo; como si, cada vez, lastrasen con plomos el vuelo de mis faldas. Me falta velocidad en la salida. Tocata y fuga es la consigna.


Debería contratar a un tatuador de mantras.




Insisto, lo creo, lo firmo: los superhéroes somos gente muy profesional. Una pequeña brigada de 3-4 miembros estamos haciendo pequeñas razzias en algo parecido al mundo del ocio y la risa. Travesseras travesuras. Pequeñas venganzas para zurzir una ciudad que se agrieta en un largo y cálido verano que hace solo unos días echó a andar. Casi por casualidad recuerdo que tengo caderas, espalda, nuca. Bailo y me dejo llevar.




Me decido a acercarme a la orilla. Dejaré que me arrastre esta corriente que ahora noto en torno a los talones y me promete una historia de la que no seré capaz de controlar el argumento. Hay que probar cosas nuevas. Y me pregunto si serás capaz de hacerme volar.

16.8.11

Un olvido imperdonable

copy: Gilliam Lambert

Yo soy la culpable y se me olvida. Todos lo saben, pero a mí se me olvida. Yo soy la culpable.

10.8.11

MI vida es otra

Para que engañarnos. Mi vida es otra. No es como la de mis amigos. En mi vida la música se incorpora poco a poco, crece lentamente, aprovecha pequeños espacios de tiempo para hacer los deberes. Mi vida se ha convertido en una asistencia constante. Hago de la autosuficiencia bandera, practico el juanpalomismo y yo me lo guiso y me lo como todo. Salgo poco, vivo en mi mundo. Comparto mi vida con mi madre. Lleva semanas alternando dolores varios que afectan a su movilidad. No tiene la culpa. Pero mi vida es otra. Sin embargo, comienzo a pensar que el hecho de que mi vida sea otra no significa necesariamente que sea una mala vida.


Ahora me gusta levantarme por las mañanas y durante las dos o tres horas antes de que ella se despierte aprovecho para leer o jugar o pintar o pensar. Después, cuando se levanta, empieza otra vida, tambien divertida, pero diferente. No siento rencor. Creo que uno tiene que vivir la vida que le toca vivir y aceptar lo que le toca, intentar incorporar lo que nos disgusta sin que nos haga infelices. Tampoco me veo en IBiza, desfasando. Quizá me hubiese apetecido unos días en una casita rural con piscina o en una playa tranquila, con buena compañía, horas de sueño y relax. Sin obligaciones ni responsabilidades. En vez de eso, he restaurado una mesita que encontré en la calle y tengo a Marcello enroscado en la nuca. Mientras tanto, mi madre cose una colcha para su próximo sobrino nieto mientras guarda reposo. Y esto tampoco está nada mal. :)

6.8.11

Monster

Tengo la boca llena de puntos y la extraña sensación de que me han cambiado el cielo del paladar por la concha peluda de un mejillón. Glamour a raudales. Tras la endodoncia de ayer y la nueva hinchazón de hoy me siento más sabia. Ahora sé que aspecto tendría, por ejemplo, si fuera un hombre. Ay Charlize, Charlize, tantafelicidadnoesposible.com.

5.8.11

Walk Like An Egyptian

Esta tarde me momifican. Lo sé, parecen las últimas palabras de un faraón pero no, se trata una vez más de mis muelas. La resistencia de mis huesos da prueba de la falta de homologación del cuerpo humano. En fin, qué se puede esperar de algo que salió de la costilla tumefacta (doy fe) del primer hombre en la tierra. Pues sí, esta tarde me momifican una muela para que no me duela. Suena a poema de Gloria Fuertes y es lo que hay. Ahora que tengo la cara como un pez globo y que parezco medio subnormal qué mejor para la autoestima que una pequeña momificación de la parte inferior. Me pregunto si me darán el nervio que me quiten en una vasija con la cabeza de un búho. Quien sabe si tendré que tumbarme en la camilla con dos bastones cruzados sobre el pecho como manda la tradición. Por si acaso, creo que me llevaré un par de monedas para los ojos por si tengo que sobornar al barquero. Porque a estas alturas de la historia eso de que las niñas bonitas no pagan dinero, sinceramente, con la imagen de Osiris en el pecho: ya no cuela.

4.8.11

Lomanotomía

cuánto tiempo? parece increíble todo lo que puede pasar en un mes y medio. Ahora estoy en Gijón, sola en casa de mis tíos, con el canal Cosmopolitan de fondo y el Mac de mi prima contectado. Furtiva. Estoy haciendo un poco lo que me brota. Me han operado la boca otra vez y tengo los pómulos hinchados, al más puro estilo Carmen Lomana. La clandestinidad hace esto complicado. Este verano nada es lo que había previsto que fuera así que sólo puede acabar bien. Ayer merendé un Danonino, comí el puré que sobró de la comida de mi sobrina de 20 meses. Cielos! Me quedo sin batería. Demoños. Intento disfrutar de los días aquí y estoy deseando volver para ver a mis amigos. Os echo de menos muchísimo de menos a todos.
besinos.

6.7.11

Torcer railes



En 20 días, Tarantino (mi dentista) reloaded. Maravilla. Así empezarán mis vacaciones. Está resultando un fin de curso psicotrópico, mezcla de ibuprofenos, índices onomásticos y jazz. Suena raro, lo sé. Echo de menos la estabilidad física y emocional. Bueno, quizá más la física. Soy terminal, tengo receta nueva para un año. Y yo me esfuerzo, lo prometo. Intento que todo sea mejor, que todo sea hermoso, agradable, sano, feliz, pero vivo en un costante videojuego, en un fuego cruzado entre cohetes de marcianitos y monzones de rectángulos. Sin embargo, confieso que soy feliz, y que a pesar de eso o precisamente por eso, estoy decidida a resignarme, aceptar que esto es lo que hay, lo que no va a dejar de pasar nunca. Porque no se pueden torcer railes con los brazos. Hemos ganado algunas batallas, conquistado colinas, alcanzado las ametralladoras. Ya podemos desmontar el fuego, dejar que cicatricen las heridas de metralla.

4.7.11

Vacaciones

Ya está todo en orden. Cuatro semanas de vacaciones. La primera, en Asturias. A golpe de Tarantino y torno fresador. Las siguientes en BCN a golpe de silencio, solei, casameva, amiguitos y Marcello. Quedan 3 semanas. Tan cerca, tan lejos.
Qué ganas de ver a mis superhéroes y poder concentrarme en ellos.

Besos a todos.

29.6.11

Rastro al unísono de Tess Gallagher

copy: jure karvanka




Terrible, la lluvia.
Toda la noche, la lluvia
que amo. Vuelvo a sentir el peso de su pierna
como un ala delicada y enorme
en la cadera. Continúa: la lluvia,
no él. Excepto por esa caricia
plenamente habitada. Elipsis de
eucalipto. Sus brazos, su hermosa
y despreocupada respiración. El contralto
de sus labios se inscribe
en la curva de mi cuello. Penumbra de muselina.
El olor almizclado del queroseno., adherido
a la lluvia incesante, en el salón, donde
no hay nada que hacer salvo ser feliz, ser
libre, como si alguien tristemente acusado
entrara con el abrigo empapado
y dijera: "Pero si yo solo quería
llorar y amar", y nosotros rodásemos hacia
la voz como un solo cuerpo y dijéramos
con los ojos cerrados: "Pues llora; pues
ama". Capullos de jazmín esparcidos por
su pelo, para que se abrieran en la noche
e iluminaran la habitación. Caería la lluvia
aquella mañana, y aún
cae, y, donde habíamos yacido
una luz ártica firme
en la liberación de la mente.


Tess Gallagher, El puente que cruza la luna



28.6.11

Harta

de no dormir
de mis muelas
de mí
de ser responsable
de no serlo
de que mi cama no tenga puntos cardinales
de la desazón constante
de haber tirado por la borda
al menos treinta años de mi vida.
Harta de todo
del calor
de no ser productiva
de hacer un horario
de no hacer nada
de la gente
de esperar
de los hospitales
de las malas noticias
de los pronósticos
de los diagnósticos
de la buenaventura
de mí.
Muy harta.

17.6.11

Horizonte de sucesos



Ayer se fue la luz en todo el edificio, sin razón aparente. Hasta los plomos permanecieron inmóviles sin entender nada. Odio las grandes metáforas. Estaba viendo un documental sobre agujeros negros. Supongo que aunque las odio lo mío es el croché de metáforas king-size.


El punto más extremo en un agujero negro recibe el nombre de "horizonte de sucesos". La ley de la relatividad supone que el punto más extremo estaría entonces más allá del horizonte de sucesos. Pero seguramente éso tambien es algo realtivo. En cualquier caso, se puede afirmar que un agujero negro funciona como una cascada: una vez que empezamos a caer por ella ni con toda la fuerza del mundo conseguiríamos remontar la corriente. Lo mismo le ocurre a las partículas de vida en un agujero negro, ni si quiera los más avezados salmonetes de materia podrían luchar contra la fuerza que los arrastra hasta el fondo. Si llegaramos al horizonte de sucesos sin descomponernos, a partir de ahí seguiríamos cayendo y ya no notaríamos nada. Resulta tentador. Sin embargo, pienso en el sentido que tiene todo esto para mí. La vida funciona así después de todo. Nos despeñamos hacia un horizonte de sucesos más que probables y a partir de ahí si conseguimos aguantar, solo cabe ir cayendo sin descanso y con un poco de suerte, sin notar nada.


Descubro también que la estrella que ocupa el centro de la via láctea recibe el nombre de "Secretarius". Suena a hechizo de Harry Potter y un poco a mala leche. Ya puestos por qué no llamarla "Monipenny". Pobre, seguro que se come todos los marrones interestelares de su galaxia. Como trabajar para Fomento pero a niveles astronómicos. Vaya mierda.


Y me despierta esta mañana el nervio de una muela que ha decidido irse por bulerías. He tomado todas las precauciones y después del cóctel de paraquenotetodo.com creo que soy radioactiva. De todas formas que importa, soy una superheroína. Sin embargo, confieso que me preocupa dejar que pase el tiempo con la esperanza de que las cosas se resuelvan por si mismas. Puede que para cuando me despierte, para cuando alguien me pregunte: "¿que has estado haciendo todo este tiempo" ya tenga noventa años y esté demasiado cerca del horizonte de sucesos. Sin retorno.

¿Dejaremos que lo arrastre todo el agujero negro que me nace en el pecho y que me come la vida?


Un tipo en la tele dice dándose la misma importancia que un vagabundo: "Lo que la gente quiere es ser feliz, amor y sentirse seguro". A la mierda la filosofía. Es eso. Felicidad, amor y sentirse seguro en la travesía individual o compartida hacia nuestro horizonte de sucesos.


La luz volvió 90 minutos después según lo estimado por FECSA-800-EnDesa. Supongo que hasta la luz necesita un descanso de vez en cuando.

3.6.11

"Sal con una chica que no lee" por Charles Warnke

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

2.6.11

Bajas presiones

Soterradas, constantes, masdelomismo. Nada parece encerrar ningún misterio. Las nubes amoratan el cielo y nosotros recibimos los golpes. Qué aburrimiento. El día que nací yo que planeta reinaría por dónde quiera que vaya que mala estrella me guía. Estoy abonada a la tristeza, la soledad, el escepticismo-agujero de gusano y a un par de revistas que no siempre recibo. Necesito soporte químico para poder descansar en paz. Me faltan buenos argumentos. Sorpresas. Buenos presagios. Y algo más de sol. Necesito que me sostengas mientras caigo a velocidad constante. Quiero cambiar de especie si no estás a mi lado. QUiero ser silvestre. Dejar de inventar esperanzas que no salen de casa. Reconocer que no sé ni que edad tengo, qué debería estar haciendo. Por qué las nubes amoratan el cielo si nosotros recibimos los golpes.

25.5.11

La zona disconforme

La zona disconforme,
la que busca revancha del pasado.
Años clandestinos, bárbaros,
carne de restos, compañía de gusanos,
juicio de anguilas. Me levanto, continúo.
Olvido el holocausto. Enfrío el núcleo.
Le pido a 50 héroes de ojos rasgados
que cierren las compuertas.
Esto se ha acabado.
Aquí no hay nada que ver.

18.5.11

La muerte de los pájaros



Somos todos arqueros en este lugar.

Nuestras flechas siguen en el cielo

el vuelo de los pájaros, y los matan.

Pero también es frecuente en nuestra raza

que lloremos cuando los pájaros caen.

La razón es algo entrevisto en sueños.

Conway Power

Buscando a Chejov desesperadamente