Esta misma noche las he sorprendido abandonándome, caminando por el colchón ebrias de trementina y largos besos. Cerdas. Gordas. Ahítas.Tambaleantes. Borrachas de sangre. Vampiras. Incapaces de reaccionar han caído en la emboscada tendida por mi mano. Eso sí, estaban tranquilas, serenas como nunca. No saltaban, para qué. Qué podían saber ellas de la serenidad con marca registrada que me corre por las venas.
Cómeme si tienes huevas.
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