Ir al dentista en halloween, el día de difuntos, todos los santos-all saints hay que reconocer que tiene su punto. Esta vez, atrás quedan las sesiones de cuatro horas injertando hueso de aquí allá, estos días todo pasa por el laboratorio. En realidad, todo se parece a un capítulo de Superestructuras pero sin tuneladora. Primero me pusieron unos pilares, lavirgendelpilardicen, los más altos, para elevar las encías; después me probaron los hierros, que se elevan sobre los pilares, y que hicieron de mi sonrisa un calco de la de Tiburón, malo maloso de las películas de 007. Hoy quiero confesar que esta tarde, quien me lo iba a decir, me prueban el bizcocho. Como Barbara Rey y Rocío Durcal en plena época del destape, confienso que me siento extraña. En realidad la "prueba de bizcocho" consiste en probar la cerámica ya fijada a los hierros para después pulirla y darle forma al diente. La acción de pulido se conoce como glaseado. Y es eso lo que me aliena. Hoy me prueban el bizcocho y mañana me lo glasean. La felicidad ah, ah, ah, me la dio tu amor, or, or. Hoy me prueban el bizcocho y mañana me lo glasean. Me encomiendo a lo más alto con un ruego, que estás no sean mis últimas palabras.
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