Después de un buen cepillado a contrapelo, Marcello se convierte en la réplica felina de Tina Turner. Hasta los andares tiene. Escribo esto mientras escuchamos What's love got to do with it ese gran hit de los '80, una oda a la libertad, al final de la tiranía de Ike. Conocimientos como este son fundamentales en la vida de cualquiera, humano o gato. Y Marcello lo sabe de esa manera animal y chulesca que tanto me gusta entre especies.
Private Dancer. Qué temazo. ;P Esto le da otro punto a la Navidad. Ahora que somos tres parece que las fuerzas se equilibran. El peque nos hace reír y supone un cambio de rítmo. Con independencia de que párrafos como el anterior no me sirvieran de gran ayuda ante un jurado, reconozco que la aparición de Marcello ha resultado ser más positiva para ambas de lo que hubiéramos previsto.
Y así pasan los días. Arreglamos lo que queda, ordenamos libros y más libros y una cocina que haría las delicias de la Santísima Inquisición. A veces, aparece alguna foto, algún recuerdo se dispara por casa como un globo vaciándose de aire pero intento contemplarlo con calma y convertirlo en un hermoso fuego artificial. Poco a poco. Inevitablemente el calor materno me vuelve más vulnerable, sencillamente, porque puedo e intento reconvertir la ira, la furia, la tristeza en palabras. Estoy contenta. Puede que seamos capaces de hacer que salga bien.
Pienso mucho en toda la gente que quiero y me doy cuenta de que soy afortunada. Me gusta la gente que hay ahora en mi vida. Se acabaron las compañías tóxicas, definitivamente. Y quiero intentarlo. Salir ahí y dejar que pase. Dejar que me acaricien, que me cuiden, como hago yo con Marcello o mejor. Si eso es posible. ;)
Solo hay una cosa que oscurece mi ánimo: por más que dejo que mi gato me arañe no hay transformación. Y es frustrante esto de renunciar, esto de confirmar que de cat woman rien de rien.
Ay.
Private Dancer. Qué temazo. ;P Esto le da otro punto a la Navidad. Ahora que somos tres parece que las fuerzas se equilibran. El peque nos hace reír y supone un cambio de rítmo. Con independencia de que párrafos como el anterior no me sirvieran de gran ayuda ante un jurado, reconozco que la aparición de Marcello ha resultado ser más positiva para ambas de lo que hubiéramos previsto.
Y así pasan los días. Arreglamos lo que queda, ordenamos libros y más libros y una cocina que haría las delicias de la Santísima Inquisición. A veces, aparece alguna foto, algún recuerdo se dispara por casa como un globo vaciándose de aire pero intento contemplarlo con calma y convertirlo en un hermoso fuego artificial. Poco a poco. Inevitablemente el calor materno me vuelve más vulnerable, sencillamente, porque puedo e intento reconvertir la ira, la furia, la tristeza en palabras. Estoy contenta. Puede que seamos capaces de hacer que salga bien.
Pienso mucho en toda la gente que quiero y me doy cuenta de que soy afortunada. Me gusta la gente que hay ahora en mi vida. Se acabaron las compañías tóxicas, definitivamente. Y quiero intentarlo. Salir ahí y dejar que pase. Dejar que me acaricien, que me cuiden, como hago yo con Marcello o mejor. Si eso es posible. ;)
Solo hay una cosa que oscurece mi ánimo: por más que dejo que mi gato me arañe no hay transformación. Y es frustrante esto de renunciar, esto de confirmar que de cat woman rien de rien.
Ay.
3 comentarios:
La cat woman está dentro...
Pero también, como Marcello, hasta despeinada es atractiva :)
Tiene sentido lo de la gata interior..., sitio hay desde luego! ;) Gracias por los piropos.
Cova, querida, no te imaginas qué desolado está esto sin ti. De verdad. Te echo tanto de menos... Aunque me consuela leer que tus Navidades no están siendo desastrosas, sino todo lo contrario. Era de justicia -poética, al menos-.
Besos mil,
P.
P.S. Qué maravilla de fotos e ilustraciones, como de costumbre. Qué ojo tienes...
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