Escucho el silencio de mi casa vacía. Se oye a los vecinos, al bebé que se rie, el bebé que se moja, el bebé que se llora, la excitación centrífuga de las lavadoras. Huele a filete cuando llegan las nueve. Huele a pezqueñines, alguien pasa a mayores. Suenan campanas desde todas partes, suenan campanas y sabemos dónde. Las pinzas ensayan tirabuzones dobles, abandonan las cuerdas, saltan por los aires... y las sábanas duermen, a merced de la brisa, sin siquiera esforzarse en lanzarse al vacío.
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