8:30 horas. Domingo. Insoportable. Resulta insoportable despertarse a estas horas. Me levanto. Pronto suena el despertador en la habitación del fondo. Suenan con violencia el gato, el sonido del microondas, está listo el café. Consigo leer un poco. Suena la radio al fondo. Concentrarme. Últimamente me siento como un ordenador con demasiadas ventanas abiertas. No me entero de nada. Paso por encima de las cosas como si nada. Pongo música para tapar el sonido de la radio.
El viernes era un cangrejo caminando en la dirección equivocada. El sabor metálico en el paladar. Angustia. Respiración entrecortada. Mala leche.
Pinto la casa hasta la intoxicación. Mi reforma personal. Esto ya es otra cosa, otra casa, mi casa. Mentimos al pensar que el egoísmo es una mala cualidad y es tan necesario como la sal en las comidas. Dejo de leer, de pensar. Vuelve el sabor metálico. Se acaba la música. Oigo la radio. Hoy es Domingo.
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