O vísteme despacio, que tengo prisa. Mejor, mucho mejor que hace una semana. Ya no siento esa desesperación malsana. Me ahogo menos. Sigo de baja. Me cuesta estar de baja. Lo necesito pero no estoy programada para el descanso. Me esfuerzo por estar mejor. Me esfuerzo por convertirme en una prioridad. Pensar en mí. Intentar reforzar mis cimientos para que el edificio no oscile con la tormenta.
Esta tristeza de ahora es distinta aunque se parece a la deseperación de antaño. Cuento con un ejército de superhéroes que me dan todo su cariño, me vigilan, me cuidan. Y sentir que me quieren y sentir que los quiero me hace cada día un poco más fuerte.
Es increíble que cueste tanto creerse que a uno le quieran tanto. Pero las veces en que lo consigo funciona mejor que cualquier otra medicina. Gracias.
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