Hace casi 15 días que estoy de baja. Casi no se nota porque es Navidad y la mayoría de la gente se las arregla para no ir a trabajar. Esta Navidad no ha existido para mí, afortunadamente. Supongo que eso ha sido lo mejor de todo. Entre tanto malestar los días han pasado y nada los ha hecho diferentes del resto del calendario. No hace falta irse a Marruecos para esquivarlos.
Habrá quien piense que también he aprendido chino porque no comprenderán nada de esto. Son formas distintas de entender la vida.
No envidio a los que disfrutan de estas fechas porque poseen algo que yo no deseo. Prefiero el silencio, la soledad elegida, recuperar poco a poco todo lo que he ido dejando de lado: leer, pensar en mí, hacer un somero repaso de mi vida; mirar a la pared y decidir dónde pongo ese cuadro que lleva rodando por el suelo demasiados meses.
Quizá sea una crisis existencial, algo burgués y bobo. Pero entonces no podría ser tan molesto. Vivo atrincherada en mi propia vida y disfruto de lo que quiero en la clandestinidad.
Podría acostumbrarme a esto, encerrada en esta casa pintando puertas, ventanas y contraventanas mientras suena de fondo el eco de la lavadora similar a la señal extraterrestre de "Contact". Disfruto de mi vida zombi, de mi silencio lleno de ideas y voy haciendo poco a poco lo que me apetece. Y me siento mejor así. Preparo mi ropa por si me decido a salir pero no me decido. Podría vivir así pero no se puede y quizá esté bien que así sea. No me puedo quejar, durante los dos últimos años la mayoría de los días han sido soleados, quizá ahora, esta nube negra e imperativa fuera necesaria.
No os engañeis, soy una persona bastante aburrida. Me gusta observar vuestras rutinas en silencio, analizar vuestras vidas pero participar lo justo. Y sin embargo estoy adiestrada para ser locuaz y eficiente e incluso divertida. Nadie me cree cuando digo la verdad salvo los que, para su desgracia, ya saben que no miento.
Pronto estaré mejor, estoy convencida, lo sé porque los farmacéuticos me sonríen al pasar. Saben que volveré a por más de lo mismo o a por el doble y que en sus manos estan mis próximas sonrisas. Serán ellos los que desequen las cuencas de mis ojos, los que filtren el agua, los que limpien los filtros de mis lagrimales. Y todo pasará. Volveré y os convenceré de que todo va bien. Y, sin embargo, seguiré jorobada en mi campanario para toda la vida.
2 comentarios:
Lo sé: esto no va a cambiar el rumbo de nuestras vidas, pero puede que hasta te guste.
http://www.youtube.com/watch?v=ky-LBarfe4g
y un regalo post-reyes en forma de frase, cortesía subalterna: "una lista de los mejores discos de la década que no incluya el Thirteen Tales from Urban Bohemia" no es una lista que se precie"
Besos subalternos.
Lo que de verdad me gusta es que te pases por aquí.
Besos.
Y Lola?
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