El pasado domingo leí en El País un anuncio que decía: " Se busca piloto de helicópteros. Remuneración según experiencia". Confieso que sentí cierta frustración ( yo que de natural soy permeable a este tipo de sentimientos negativos) pero por unos instantes lamenté mi falta absoluta de conocimientos aéreos. Sin embargo, esta sensación no es nueva. Recuerdo cuando de pequeña mi madre me tuvo que explicar que para ser del FBI tenía no sólo que ser mayor sino que tenía que haber nacido en EE. UU. No obstante, hay que agradecerle que no mencionara que incluso con la nacionalidad adecuada no hubiese pasado las pruebas físicas. Sí, sií, cuando vi la primera parte de El silencio de los corderos todas las piezas del puzzle encajaron. Creo que la prueba que más me frena es esa del muro con la cuerda de nudos colgando. Incluso si llegara sin resuello hasta la tapia creo que me encontrarían colgando, abrazada a la cuerda cual monje enelnombredelarosa haciendo segundos.
Sin embargo, una que es de natural terca, topó contra muro similar años más tarde, cuando consideré que bien podría dirigir mis esfuerzos a una posible candidatura para el premio Pulitzer. Malditos yankis... mis sueños de gloria atrapados en un Guantánamo imaginario... otra vez.
Será la crisis la que me devuelve a estos recuerdos. Esta crisis pez globo que nos hincha la paciencia y las ganas de todo. Arrieritos somos...
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