14.2.09

Dolor animal

Urgencias. Esta mañana. Cuando parecía que Marcello ya estaba curado, se ha despertado hoy con el ojo cerrado otra vez. Pero hoy ha sido distino, hoy no paraba de maullar, de gritar y no había casi forma humana de controlarlo. Veterinario. Le temblaba el carrillo, le hemos puesto un analgésico mientras intentábamos que permaneciera quieto. Y no, la angustia no era nueva, no era un arranque de maternidad recién estrenada, de sensibilidad animal o rollo empático con lo natural. Las ganas de llorar han vuelto como en una pesadilla, con envidia, subiendo desde mi estómago hasta mis ojos. Pero mi insitinto está bien entrenado y he logrado contenerlas hasta llegar a casa. No sé que me ha pasado, pero derrepente esos maullidos de dolor, de indefensión, de bestia al fin y al cabo han resonado en mi interior con un eco primitivo. Un eco sonoro que nada tenía de consecuencia sino de acto. Era el dolor allí sin una razón detrás salvo el dolor mismo. Y algo me ha arañado el corazón con la profundidad que hace tiempo busco para romperme yo también y gritar dolores antiguos que no acuden nunca, que se resisten a aparecer aunque los cite con palabras, aunque los provoque en cada sesión de terapia. Un gato es más libre que yo y carece de emociones. Yo las tengo todas y estoy atrapada. Sé que darse cuenta de algo así ya vale la pena. Valen la pena muchas cosas en mi vida. Soy Dresde despues de los bombardeos y ya hace tiempo que las mejoras, la recontrucción empieza a notarse. Brotan, como decía en días pasados, hierbas nuevas entre los adoquines, el tiempo ha mejorado, la polución es menor y hay días en los que hasta me parece ver el cielo iluminado. Lo cuento porque es curioso, porque me ha pillado por sorpresa y eso no es fácil; el dolor de mi animal me ha llevado a mi dolor escondido. Y ahora supongo que mi dolor tiene que ver con la impotencia sentida por no haber podido hacer nada para evitar lo inevitable, porqué no supe hacer magia, desarrollar algún superpoder, pactar con el diablo, por qué sólo fui yo y no fue bastante. Yo no creo que haya respuestas para eso. Creo en los amigos, en la voluntad, en la determinación, en la persecución de un objetivo sin desanso: ser feliz y que haya y quede suficiente gente a mi lado con quien celebrarlo. Ay.

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