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Con lento asombro, con indicios graduales, con una decepción que no parece contaminada de amargura, fue descubriendo el fracaso, aclimatándose un poco a él. [...] Había creído que no le costaría nada adaptarse al estilo más franco y menos tortuoso, también más utilitario, de las ilustraciones de las revistas americanas: descubrió que esa felicidad le era imposible.[...] Tenía que dar clases de dibujo, aprender paciencia y mansedumbre, resignación al silencio de las cartas que se quedaban sin respuesta y a la humillación de llamar repetidamente a editores que no estaban nunca [...]. Ahora descubría la vocación inversa de afirmar. La intemperie nocturna de las ciudades y la claustrofobia de las habitaciones alumbradas por bombillas habían sido los espacios de su imaginación. Ahora se descubría a sí mismo apreciando la claridad del día y las amplitudes de la naturaleza americana."
Antonio Muñoz Molina, Triunfo y fracaso de Geroge Grosz. El País, 2009.
1 comentario:
Inmenso siempre.
No dejo de maravillarme ante la forma en que escribe sobre conceptos tan complejos, tan inasibles con una precisión y una fluidez que por eso mismo parecen extraterrestres.
Este artículo es devastador.
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