Me hacía taanta ilusión. El primer día de colegio de mi vida sólo pensaba en una cosa: ser la primera en llegar al tobogán a la hora del recreo. Jamás había subido a uno, pero me imaginaba aquello como la experiencia definitiva... para una niña de cuatro años. Y así fue: sonó el timbre, y yo me hice fuerte entre las demás niñas y llegué la primera a las escaleras del tobogán. Subí y subí, y al llegar arriba me entró miedo, miedo de doblar las piernas, miedo de no saber como sentarme para deslizarme; y era miedo, vértigo, porque antes de ese día no había tenido pruebas que me hicieran tomar nota de lo que hoy es ya uno de mis "must" vitales: no estoy capacitada para la carrera, el salto, ni niguna otra actividad que requiera agilidad. Aunque soy muy flexible. ;) Fue entonces cuando otra niña, dominada por un ansia similar a la mía, me dió un empujoncito que hizo que me precipitara...directamente contra el suelo.
La primera vez que subí a un tobogán no me deslicé por él...me tiré de él, y fue así como así pude descubrir: que si me caigo, incluso si no hay nadie para escucharlo, hago un ruido que lo flipas. Mi primera semana de colegio me quedé en casa y mi diversión durante esa semana se tradujo en salir cada mañana corriendo hasta el espejo de la habitación de mis padres para ver como la mitad de mi cara, la que paró el golpe, cambiaba de color cada día: morado, amarillo, verde... y además estaba encantada con la súper jeringuilla que me regalaron en urgencias!!! "Pobre megacéfala", pensarían. Pero la inflamación bajó y supongo que así fue como empezó todo, para que engañarnos. Eso sí, lo que nunca, jamás, jamás, me había parado a pensar es que un día, 30 años después encontraría una imagen que resumiera a la perfección aquel momento que lo cambió todo. Qué cosas...
3 comentarios:
La foto es simplemente perfecta.
¿¿De dónde sacas cosas como ésta??
:-)
hace tiempo que descubrí que cuando necesitaba contener mis arranques de frustración, mis enfados, para moderme la lengua o contener las lágrimas, cuando dejó de haber gente alrededor, me ayudaba buscar imágenes como ventanas por las que saltar. Las webs están todas linkadas en el blog ( fffound, por ejemplo) y así recuerdo, me río, aprendo y puedo volver a lo que esté haciendo más tranquila. Y así La vita es dolce y más cuando la comparto con vosotros. Y todo parece más fácil. ;)
me siento totalmente identificada, pero lo mío no fue el tobogán del cole sino un columpio a la saslida de un super_aquel día no sólo aprendí a volar sino que descubrí que un parque de grava no era un buen lugar para aterrizar.
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