31.7.08

Supervivencia estival

Creo que intentan que confesemos algo. Si no, no se explica este calor tan sofocante. Sí, tiene que ser eso, quieren que nos vengamos abajo y empecemos a confesar nuestros más oscuros secretos. Nos engañaron con esa presunta ola de calor africano, seco, y ahora ya está aquí esa humedad recalcitrante.

Esta tortura empieza a dar sus frutos. Los vecinos organizan fiestas imposibles, nada "sostenibles", en cantidades ridículas de metros cuadrados. Y no nos dejan dormir. Sudamos sobre la cama en una patética imitación postural del cristo de Corcovado. Yo, personalmente, podría levantar un mapa orografico de mi cuerpo. El sudor hace que tenga una conciencia absoluta de mi extensión y eso resulta poco o nada recomendable.

Mi único consuelo es que desde hace ya un par de días limito al norte con dos almohadas 100% látex (aunque sea una quimera y en realidad sean 20% látex ;) eso permite que al menos una parte de mi cuerpo se sumerja en un plácido sueño. Mis gemelitas, mis almohadas de látex una para abrazar otra para reposar mi cabeza.
Me he sorprendido pensando en ellas por la mañana, en el trabajo. Resueltas las noches, lo malo será resistir el día en casa, cuando llegue mañana y comience el fin de semana. Creo que cogeré el tren e iré a alguna playa a pasar el día. Junto al mar. Si no, es posible que me encuentren el domingo en el suelo de casa, lamiendo las baldosas, deshidratada y pidiendo clemencia, dispuesta a confesar cualquier cosa, a entregarme a la causa y a su efecto. Ay.

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