10.1.10

Wild horses


Ultimamente me despierto con la impaciencia de la mañana de Reyes. Me despierto pronto. Marcello me descubre con los ojos abiertos, se sube a la cama y se acerca a mi pecho. Ronronea sobre mi corazón que se adapta a su tempo y después de un salto, ambos en pie, a la cocina, a tomar uno pienso otro café.
Sofá, libro, taquicardia, pastillas, leer. Sofá, ventana, asomarse a ver qué.
Estamos bien. Y esto es sólo el principio. Como en la foto. En un columpio por encima del mundo. Permanece la sensación de vértigo pero el miedo a todo desaparece sin apenas reparar en ello. Y siento que ahora el vaso de mis ahogos está medio lleno pero, al segundo, caigo en la cuenta de que sé nadar y partir en dos las olas más grandes con mi cuerpo.
Mi felicidad de ahora es como una estampida de caballos salvajes.

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