14.1.09

"El Malogrado" de Thomas Bernhard

"Yo había tenido siempre la posibilidad de dar rienda suelta a mi asombro, de no dejar que nada ni nadie limitaran, restringieran mi asombro, pensé. Esa facultad no la había tenido Wertheimer jamás, en ningún sentido, pensé. Al fin y al cabo, a diferencia de Wertheimer, que hubiera querido ser de buena gana Glenn Gould, yo no había querido ser nunca ser Glenn Gould, siempre quise ser solo yo mismo, Wertheimer, sin embargo fue uno de esos que continuamente y durante toda la vida y hasta llegar a una desesperación permanente, quieren ser otro, como tienen que creer, más afortunado en la vida, pensé. Wertheimer hubiera sido de buena gana Glenn Gould, hubiera sido de buena gana Horowitz, hubiera sido de buena gana también, probablemente, Gustav Mahler o Alban Berg. Wertheimer no era capaz de verse a sí mismo como alguien único, como todo el mundo puede y tiene que permitirse, si no quiere desesperar, sea quien sea, es alguien único, me digo a mí mismo una y otra vez, y eso me salva. Wertheimer jamás había querido considerar esa áncora de salvación, es decir, la de considerarse a sí mismo como alguien único, para ello le faltaban todas las condiciones. Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos, así he pensado y tenido que pensar siempre, pensé. Wertheimer no tenía esa posibilidad, por eso quería ser siempre sólo Glenn Gould o sencillamente Gustav Mahler o Mozart y compinches, pensé. Eso lo precipitó ya muy pronto a la infelicidad. No tenemos que ser genios para ser únicos y poder reconocerlo también, pensé. Wertheimer era un emulador ininterrumpido, emulaba a todo el que creía que estaba mejor situado que él, aunque no tenía condiciones para ello, como ahora comprendo, pensé, había querido ser sin falta artista y, por ello, cayó en la catástrofe. De ahí también su inquietud, su constante e instante ir, deambular, nopoderestarsequieto, pensé. Y desahogaba su infelicidad con su hermana, a la que torturó durante decenios, pensé, la encerró dentro de su cabeza para, según pensaba yo, no dejarla salir jamás. […] Wertheimer, durante toda su vida, quiso imponerse una y otra vez, lo que nunca consiguió, en ningún caso. Por eso tuvo al fin y al cabo que matarse, pensé. Glenn no hubiera tenido que matarse, pensé, porque Glenn no había querido jamás imponerse, se impuso siempre y en todas partes y en todos los casos. Wertheimer quería cada vez más sin tener condiciones para ello, pensé, Glenn tenía todas las condiciones para todo. Yo no entro aquí en consideración, por lo que a mí se refiere puedo decir sin embargo que, una y otra vez, he tenido todas las condiciones para todo lo imaginable, pero sin embargo, la mayoría de las veces, no he aprovechado, de forma totalmente consciente, esas condiciones, siempre por indolencia, altanería, pereza, hastío, pensé. Pero Wertheimer no había tenido jamás, para nada de lo que abordó, las condiciones precisas, para nada de nada, como suele decirse. Salvo que tenía todas las condiciones para ser un hombre desgraciado. En ese sentido, al fin y al cabo no es de extrañar que se matara precisamente Wertheimer y no Glenn ni tampoco yo, aunque Wertheimer me predijo, una y otra vez, mi suicidio, lo mismo que a tantos otros, que una y otra vez me han dado a entender que ellos sabían que yo me mataría. La forma de tocar el piano de Wertheimer era realmente mejor de la de todos los demás del Mozarteum, decirlo es importante, pero, después de haber oído él a Glenn, ese hecho no le bastó ya. Tocar como podía hacerlo Wertheimer lo consiguen todos los que se proponen ser famosos, alcanzar la maestría, sólo con pasar para ello en el piano los decenios de trabajo necesarios, pensé, pero cuando se encuentra con un Glenn Gould y han oído tocar a un Glenn Gould así, han fracasado, si son como Wertheimer, pensé."

Quiero este libro ya!

Gracias x el descubrimiento U.

5 comentarios:

Xose dijo...

Te va a encantar. Me encantaría regalártelo. O habértelo regalado. Calienta motores escuchando las dos versiones de las Variaciones Goldberg que grabó Glenn Gould, cuando era joven, y la de 1981... Muchos besos!

C. dijo...

Tomo nota. Se que hay un libro de Don DeLillo publicado por Seix BArral en su colección UNICOS en el que se habla de Glen Gould. Tengo que escuchar esa versión. Qué bien! Gracias.

Zelig dijo...

¡Feliz Año, querida C!

Yo lo leí hace mucho, recuerdo que era un libro frío como el acero, pero no lo veo por casa así que o bien lo dejé o lo perdí. El disco sí sé quién lo tiene desde hace 7 u 8 años, probablemente el mismo tiempo que hace que no lo veo, así que no creo que me lo devuelvan tampoco. Te tocara comprártelo o que te lo regalen...

Z.

C. dijo...

Y pensar que todo este tiempo te he estado echando de menos... ;P

Cuando me lo compre( creo que está agotado) o me lo regalen ( ya sé que tú no)lo leeré con guantes para que no me queme su frialdad. Chúpate esa.

Ay, cuanto te quiero Z.!!!

Anónimo dijo...

¿Quieres que te preste las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn Gould? Aunque, a decir verdad, yo prefiero la versión de Rosalyn Tureck... Y te devuelvo el cd de Ella Fitzgerald, que me tiene prendada.
Besos soñolientos,
P.