29.1.09

Con las manos en la masa

siempre que llegas a casa me pillas en la cocina
embadurnada de harina
con las manos en la masa...

21.1.09

Home sweet home


Ayer por primera vez en mucho tiempo me levanté de mi mesa y dije: " Me voy ya porque tengo muchas ganas de llegar a casa". Está bien que te esperen, que te apetezca llegar a una hora razonable para tumbarte en el sofá, jugar con tus mascotas, leer o hacer unas risas con tu compañera de piso y coeducadora del peludo. Parece que las nubes de la semana pasada empiezan a disiparse. Comer, beber, amar... y añadiría sentirse amado. Qué sensación más agradable.

14.1.09

"El Malogrado" de Thomas Bernhard

"Yo había tenido siempre la posibilidad de dar rienda suelta a mi asombro, de no dejar que nada ni nadie limitaran, restringieran mi asombro, pensé. Esa facultad no la había tenido Wertheimer jamás, en ningún sentido, pensé. Al fin y al cabo, a diferencia de Wertheimer, que hubiera querido ser de buena gana Glenn Gould, yo no había querido ser nunca ser Glenn Gould, siempre quise ser solo yo mismo, Wertheimer, sin embargo fue uno de esos que continuamente y durante toda la vida y hasta llegar a una desesperación permanente, quieren ser otro, como tienen que creer, más afortunado en la vida, pensé. Wertheimer hubiera sido de buena gana Glenn Gould, hubiera sido de buena gana Horowitz, hubiera sido de buena gana también, probablemente, Gustav Mahler o Alban Berg. Wertheimer no era capaz de verse a sí mismo como alguien único, como todo el mundo puede y tiene que permitirse, si no quiere desesperar, sea quien sea, es alguien único, me digo a mí mismo una y otra vez, y eso me salva. Wertheimer jamás había querido considerar esa áncora de salvación, es decir, la de considerarse a sí mismo como alguien único, para ello le faltaban todas las condiciones. Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos, así he pensado y tenido que pensar siempre, pensé. Wertheimer no tenía esa posibilidad, por eso quería ser siempre sólo Glenn Gould o sencillamente Gustav Mahler o Mozart y compinches, pensé. Eso lo precipitó ya muy pronto a la infelicidad. No tenemos que ser genios para ser únicos y poder reconocerlo también, pensé. Wertheimer era un emulador ininterrumpido, emulaba a todo el que creía que estaba mejor situado que él, aunque no tenía condiciones para ello, como ahora comprendo, pensé, había querido ser sin falta artista y, por ello, cayó en la catástrofe. De ahí también su inquietud, su constante e instante ir, deambular, nopoderestarsequieto, pensé. Y desahogaba su infelicidad con su hermana, a la que torturó durante decenios, pensé, la encerró dentro de su cabeza para, según pensaba yo, no dejarla salir jamás. […] Wertheimer, durante toda su vida, quiso imponerse una y otra vez, lo que nunca consiguió, en ningún caso. Por eso tuvo al fin y al cabo que matarse, pensé. Glenn no hubiera tenido que matarse, pensé, porque Glenn no había querido jamás imponerse, se impuso siempre y en todas partes y en todos los casos. Wertheimer quería cada vez más sin tener condiciones para ello, pensé, Glenn tenía todas las condiciones para todo. Yo no entro aquí en consideración, por lo que a mí se refiere puedo decir sin embargo que, una y otra vez, he tenido todas las condiciones para todo lo imaginable, pero sin embargo, la mayoría de las veces, no he aprovechado, de forma totalmente consciente, esas condiciones, siempre por indolencia, altanería, pereza, hastío, pensé. Pero Wertheimer no había tenido jamás, para nada de lo que abordó, las condiciones precisas, para nada de nada, como suele decirse. Salvo que tenía todas las condiciones para ser un hombre desgraciado. En ese sentido, al fin y al cabo no es de extrañar que se matara precisamente Wertheimer y no Glenn ni tampoco yo, aunque Wertheimer me predijo, una y otra vez, mi suicidio, lo mismo que a tantos otros, que una y otra vez me han dado a entender que ellos sabían que yo me mataría. La forma de tocar el piano de Wertheimer era realmente mejor de la de todos los demás del Mozarteum, decirlo es importante, pero, después de haber oído él a Glenn, ese hecho no le bastó ya. Tocar como podía hacerlo Wertheimer lo consiguen todos los que se proponen ser famosos, alcanzar la maestría, sólo con pasar para ello en el piano los decenios de trabajo necesarios, pensé, pero cuando se encuentra con un Glenn Gould y han oído tocar a un Glenn Gould así, han fracasado, si son como Wertheimer, pensé."

Quiero este libro ya!

Gracias x el descubrimiento U.

Being cold


Creo que ha comenzado el deshielo. He detectado una grieta en mi glaciar. Es el cambio climático: El cariño de mi familia made in BCN y sus anexos, el desembarco de mi madre, la gatísima sorpresa de Marcello. Geológicamente los movimientos de placas generan erupciones volcánicas. Biológicamente, noto que mi estómago presta servicios de hamaca a un hombre de goma. Todo esto para decir que yo me creía más de cristal , más proclive a la fragmentación en millares de minúsculas partículas. Y, en los últimos tiempos, parecía que todos los pronósticos apuntaban a una inminente rotura interior, un necesario y presunto hacerse cachitos. Pero el derrumbe se está manifestando de un modo ártico y antártico, de un polo a otro, deslizandose de modo erosivo y con sigilo de pies a cabeza y me noto los lagrimales reventones. Pero It's cold outside y hay que fingirse oso polar, a lo Catalana Occidente, capaz de arreglarlo "todo, todo y todo". Será que escucho Round About Midnight, Miles again, será que tiene razón Loriga y es cierto que aquello de que "todos los incendios son hermosos" y quién sabe, y por qué no, quizá ciertos deshielos tambien lo sean. Habrá que ver que pasa mientras tanto...

13.1.09

Let's get lost


A veces me pregunto: "pero..., ¿qué estoy haciendo aquí?" Y me dan ganas de salir por la puerta y perderme o cavar un profundo agujero por el que deslizarme hasta encontrar una respuesta. A veces sería suficiente si supiera que hay alguien que, con la calma de un compás de dos por cuatro, contempla mi tristeza confiado, con la seguridad de que tan solo se trata otra nube más que pasa.

8.1.09

7.1.09

Solo en casa


Se acabó la Navidad. Vuelta definitiva al trabajo. No apetece porque hace frío y que bien se estaría en la cama enrollada en la funda nórdica como un gusano de seda. Vuelvo y no es lo mismo y, sin embargo, es lo de siempre.

Vigila.

1.1.09

Uno de enero



Las divisiones del tiempo han sido dispuestas de manera que podamos sufrir un sobresalto o sorpresa cada vez que algo se reanuda. El fin del Año Nuevo no es un año nuevo. Es tener nueva alma y nueva nariz, pies nuevos, nueva espina dorsal, ojos nuevos, oídos nuevos. Es mirar por un instante una tierra imposible. Es que nos resulte de todo punto asombroso que el pasto sea verde en vez de tener un razonable color púrpura. Es que nos parezca casi incomprensible que haya árboles verticales que broten de una tierra redonda en lugar de tierras redondas que broten de árboles verticales. El fin de las frías y duras definiciones del tiempo es prácticamente el mismo que el de las duras y frías definiciones de la teología: despertar a los hombres. Si un hombre cualquiera no fuera capaz de adoptar resoluciones de año nuevo no sería capaz de adoptar resolución alguna. Si un hombre no partiera de la extraña premisa de no haber existido jamás antes, resulta indudable que jamás llegaría a existir después. Si un hombre no fuera capaz de volver a nacer, jámas entraría en el Reino de los Cielos.


El año nuevo es el mejor ejemplo de estos dramáticos renacimientos. Y cierto es que esta división del tiempo podría tacharse de artificial, pero también puede describirse más correctamente - y así debería describirse siempre toda cosa artificial- como una de las grandes obras maestras del hombre. El hombre, como ya he repetido en el caso de la religión, percibe sus propias necesidades con tolerable exactitud. Ha comprendido que tendemos a cansarnos de los explendores más duraderos y que una señal en nuestro calendario o unas campanadas a media noche nos recuerdan que hemos nacido hace sólo muy poco.


Por eso, adoptemos resoluciones de año nuevo, pero no solo resoluciones encaminadas a mejorar, sino también resoluciones como la de advertir que tenemos unos pies y agradecer a estos - con cortés reverencia- que nos sostengan.



Lectura y locura, Gilbert K. Chesterton