22.6.12
Aprendiendo a volar sobre el nido del cuco
Buscar la cuadratura del círculo parece delicado. Oblonga como soy y me presento, me resulta imposible por naturaleza encerrarme en un caja, un cuadrado o nada que resulte cartesiano. No tengo alma de monje trapense. Ni siquiera me gustan el turrón o los mazapanes. Me resulta imposible avanzar en este entorno. Dios sabe que pongo todo de mi parte, dios me ignora, dios se vuelve minúsculo y después, desaparece. Soy diferente, casi leyenda. Me ahogo, me enfermo, busco muletas para poder caminar ya que, según dicen los que observan, esto no siempre va a ser así, esto no va a durar siempre. Sigo caminando, porque según dicen, en algún momento la carretera se desvía hacia un área de descanso. Un área de descanso ahora sería la tierra prometida. Mientras tanto, en mi interior, se que todos los caminos conducen al mismo punto. Esto no va, esto no funciona, esto me está destruyendo poco a poco. Por más semaneras que utilice, por más ilusiones que me invente, esto no cambia. Solo yo debería poder decidir cuándo dejo de caminar o cuándo me quedo en el arcén descansando. Aquí no hay albergue que valga. Llamo a reunión a todas mis fuerzas con la misma desesperación con la que los peces acuden por la comida. Soy un perro con sarna al que todo se vuelven pulgas, o algo así; una piñata mejicana a la que hundir a golpes, alguien que intenta aprender a volar sobre el nido del cuco.
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