30.1.12

Nosotros, que nos quisimos tanto

El salón en el dormitorio y el dormitorio en el salón. Cambio de escena. Una suite con galería donde la luz entra tamizada por la ventana; desayunar en un salon donde aprovechar al máximo la luz del día. Una apuesta por la claridad, por las reuniones con otros. Sin embargo, al salón aún se le nota que antes fue un espacio dedicado al sueño. Ahora la intimidad lo será más y la zona pública también. Cada cosa en su lugar.
Sin embargo, he luchado contra una nueva bestia, un armario de tres cuerpos y de más de 3 años, de cuando los muebles se hacían con madera sin reciclar y duraban épocas enteras. Un armario sin piezas. Un armario sólido, firme, que ahora descansa en el pasillo de la casa como un búfalo agonizante. De nuestro primer enfrentamiento no me quedan señales. En un par de ocasiones a punto estuve de quedar atrapada para siempre en aquella habitación sin posibilidad de escape. Y ahora nos queda la batalla última: salir del pasillo y avanzar hacia la calle. No sé si será posible. Será este martes, cuando anochezca. Ya os contaré entonces que ha sido de nosotros, que nos quisimos tanto.

2 comentarios:

elisewin dijo...

Hace poco el armario de la habitación de al lado quedó encajado en el pasillo sin dejarme salir de la susodicha, en un intento desesperado de hacerme chantaje emocional. No quiero desanimarte pero lo consiguió.Dejé que se quedara en la habitación que antes fue mi habitación, dejé que se quedara con mi ropa vieja, con los abrigos sentimentales y con las pelucas. Me compré otro armario de nueva era, un armario juvenil y barato. Siento que le he traicionado. La vida es dura. un beso

C. dijo...

No cedas, elisewin o lo acabarás pagando caro. Están vivos y nos observan. Hay que dar paso a muebles sin alma para liberar el ambiente. Besos resistente!!