No me jodas, Rapunzel. Lo tuyo no estaba nada mal. Vale, encerrada en una torre sin una mísera conexión wifi igual era un coñazo pero vamos... el resto lo querría yo para mí. Porque vamos a ver: en un 99% de los casos siempre había un caballero por la zona (de valentía contrastada y proporcional a la suciedad que traía consigo), rondando por las inmediaciones del castillo. Un tipo con el suficiente interés como para superar, ahí es nada, un foso con cocodrilos, una puerta que sólo levantaban unas tremendas poleas que necesitaban de cuatro machotes bien fornidos como para dejar pasar a nadie así, para echar un vistazo y ver que se cuece. Un allimecoléyentufiestameplante.com Vamos, que a ese ¡ángel!, que además viene hambriento de sexo después de meses sin catallo, poca broma, no sé, Rapunzel, chata, me parece a mí que igual eras un poquito moñitas. Tiras las trenzas y a esperar y mira, coges morenito en la cara. Y el resto ... ¡YA LO HACE ÉL!
No quedan hombres así.
ayseñorllévamepronto.com
28.3.13
21.3.13
GAFAS ESPECIALES by Billy Collins
Tuve que pedir que me las trajeran
porque no las tienen en ninguna tienda.
Son iguales que cualquier otro par de gafas de sol
con un ligero tintado y montura plateada,
pero en vez de filtrar los rayos
nocivos del sol,
filtran la nociva vista de tu presencia-
tú acercándote,
tú esperando en mi parada de autobús,
tú, ese rostro en la ventana de la tarde.
Me las pongo todas las mañanas
y salgo por la puerta pequeña
silbando una melodía de agradecimiento a mi nariz
y mis orejas por sujetarlas en su sitio, sólo por eso,
cantando una canción de gratitud
para el mecánico de los cristales
que permiten que todo penetre, todo menos tú.
Cómo notan la diferencia
entre los verdes arbustos, los muros de piedra,
y tú, escapa a mi imaginación,
sin embargo las luces de los autobuses escolares bajo la lluvia
sí que penetran, así como el cartero cuando saluda con la mano
y la perra del vecino con su cachorra,
y también está la tetera
a punto de tocar su acorde-+
todo fluyendo hacia dentro menos tú, niña.
Sí, igual que el aire de la noche atraviesa la puerta corredera,
pero no el mosquito,
y el agua baja como remolino por el desagüe,
pero no la cáscara de huevo,
así atraviesan mis gafas especiales
la parra que crece y la luna, pero no tú.
Dejémoslo así, me digo a mi mismo,
cuando coloco mis gafas especiales en la mesilla de noche,
tiro del cordón de la lámpara,
y rezo una plegaria -a diferencia de la canción-
que dice que no te veré ni en mis sueños.
Billy Collins.
porque no las tienen en ninguna tienda.
Son iguales que cualquier otro par de gafas de sol
con un ligero tintado y montura plateada,
pero en vez de filtrar los rayos
nocivos del sol,
filtran la nociva vista de tu presencia-
tú acercándote,
tú esperando en mi parada de autobús,
tú, ese rostro en la ventana de la tarde.
Me las pongo todas las mañanas
y salgo por la puerta pequeña
silbando una melodía de agradecimiento a mi nariz
y mis orejas por sujetarlas en su sitio, sólo por eso,
cantando una canción de gratitud
para el mecánico de los cristales
que permiten que todo penetre, todo menos tú.
Cómo notan la diferencia
entre los verdes arbustos, los muros de piedra,
y tú, escapa a mi imaginación,
sin embargo las luces de los autobuses escolares bajo la lluvia
sí que penetran, así como el cartero cuando saluda con la mano
y la perra del vecino con su cachorra,
y también está la tetera
a punto de tocar su acorde-+
todo fluyendo hacia dentro menos tú, niña.
Sí, igual que el aire de la noche atraviesa la puerta corredera,
pero no el mosquito,
y el agua baja como remolino por el desagüe,
pero no la cáscara de huevo,
así atraviesan mis gafas especiales
la parra que crece y la luna, pero no tú.
Dejémoslo así, me digo a mi mismo,
cuando coloco mis gafas especiales en la mesilla de noche,
tiro del cordón de la lámpara,
y rezo una plegaria -a diferencia de la canción-
que dice que no te veré ni en mis sueños.
Billy Collins.
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