Me cuesta recordar un momento en que haya estado más cansada que ahora. Me cuesta, pero tampoco tanto. Me duelen las articulaciones y el corazón. Sin embargo, sé que en cuanto pase este malestar físico podré centrarme en el emocional sin problemas. Es broma. En realidad, me siento fuerte emocionalmente aunque haya perdido toda mi credibilidad. Estoy convencida de que podría ser feliz en mi terraza, tomando un café y charlando con un amigo sentados "a las butacas" del patio, bajo un árbol de Júpiter que he puesto allí y que está en plena floración. Sé que podría disfrutar de una cena o incluso, en un alarde, organizar un día de barbacoa para toda mi gente. Solo tengo que encontrar el tiempo de descanso. Estoy a menos de quince días de encontrarme en "el sitio de mi recreo".
Puedo decir que han sido seis meses exigentes, agotadores y muy productivos. He aprendido mucho sobre los demás, sobre la pérdida de tiempo que supone crearse expectativas sobre personas y cosas. Es necesario un blindaje mínimo, invertir en lo nuestro y en los nuestros, querer a los mismos mucho y compartir con ellos. Y dejar que se acerquen a ti.
19.7.12
17.7.12
Ay, ¿quién maneja mi plancha?
Acabo de emitir una orden de busca y captura para mi plancha. Ahora, que tras semanas de mudanza, semanas de aquí-te-cojo-aquí-te-en-cajo-allí-te-dejo, allí-te-des-encajo, ahora, que por fin lo nuestro ha terminado... sigo sin encontrar mi centro de planchado. Encontré los peines y peiné la zona, pero no deshice los nudos del misterio. Levanté muebles como quien tala troncos, como quien come palillos, pero sin éxito. Mi plancha se esconde en algún lugar de una casa que no la reconoce. Como no tengo perros, he soltado a los gatos, pero no han vuelto. Cada domingo espero, desde entonces, que en el Lidl oferten georadares ¡por muy poco dinero! a ver si así logro dar con la muy bastarda.
Es una pena que ahora, que hace tanto calor, que da tanto gustito sudar si se plancha, y abrirse las carnes y abrise los poros y hasta abrise de patas... qué pena que no encuentre, que no sepa ay, ay ¿quién maneja mi plancha?
Es una pena que ahora, que hace tanto calor, que da tanto gustito sudar si se plancha, y abrirse las carnes y abrise los poros y hasta abrise de patas... qué pena que no encuentre, que no sepa ay, ay ¿quién maneja mi plancha?
9.7.12
Sola, ¿qué tal?
Necesitaba un sofá, un par de taburetes, encontrar una buena oferta para unos muebles de jardín. Fui el viernes a primera hora de la tarde a IKEA. Valiente. Tomé mis referencias, hice mis preguntas y descubrí que sólo quedaba una funda azul turquesa para mi sofa. Fingí indiferencia. Rápidamente bajé a la zona de recogidas. Poco a poco, disimulando entre la vegetación de la última sala, avancé por el pasillo 6 hasta el nº55 para descubrir que si me hubiese puesto histérica quizá hubiese tenido una oportunidad. Ante todo mucha calma. La funda Alme, neutra, como era de esperar no estaba bien ni mal, era de un no color pero suficiente para cubrir la estructura. Le pedí a un "superfuerte" con camiseta amarilla que me subiera el sofá al carrito. Lo hizo y me dejó en el pasillo abandonada con mi carga. Pero no, no me amilané y seguí con mi objetivo. Perdidas las referencias de los muebles, intactas las espacio-temporales, y sudando ya como toca en estas grandes superficies, me fui al pasillo opuesto por mis dos taburetes. Bien. Los puse al lado del sofá. De repente, divisé una mesa de jardín extensible hasta 2,60 metros a un precio de risa y decidí previa consulta con mi mecenas en este artículo, cargarlo también. Más complicado. La mesa pesaba un kilombo y a duras penas conseguí subirla al lateral del carrito. Mientras, como pasa tanto en estos días, las parejas me pedían que dejara de impedirles el paso de camino a la caja. Y yo, una suerte de luchador de sumo y contorsionista, intentaba subir los bultos al carrito... sin frenos. Quedaban las sillas. Seis sillas de forja y madera a razón de 9,99€ pieza. y, muy importante, plegables. Cualquiera hubiese visto claro que era el momento de coger otro carrito, cualquiera que fuese, por ejemplo, amigo de Bob Esponja y tuviera ocho tentáculos en vez de brazos. Al no ser el caso, decidí continuar con mi monoplaza y cargar sobre el sofá las seis sillas y una pequeña salamdrita de peluche encima de estas... por joder. Y así, como un costalero de la virgen de los solitarios, me fui poco a poco, MUY poco a poco acercando a la caja. Detrás de mí una señora con 1 cojín para silla de jardín y a ambos flancos dos cajas exprés para aquellos con menos de 10 artículos. Sin embargo, ella permaneció inmutable detrás de mí. Llegó mi turno, pagué, le aclaré a la cajera que por más que rodeara mi construcción no encontraría a nadie y que dejara de hablar en plural y que por supuesto, no había traído coche. Abadoné la caja mientras la cajera sacaba el cuerpo y me decía: venga valiente, que lo vas a conseguir! faltó que alguien se me echase frente a mi "paso" a cantarme una saeta. Llegué a la zona de envíos. Me separé un metro a coger mi turno. Me separé un metro y sobreviví porque justo en ese momento, las sillas decidieron precipitarse contra el suelo. El estruendo fue tal que como en un musical toda la actividad de IKEA cesó en ese momento. Sólo se vió mi corazón cayendo del cielo como un cohete que desciende vertiginoso después de explotar en el cielo. Viva, fui rescatada por un mozo no tan mozo con cinta americana que ató las sillas al resto del equipaje y me dijo: "Esto ustedes tienen que ponerlo en dos carritos." A lo que me vi obligada a contestar: Pues no hay "ustedes" solo yo, así que se queda en un carrito". Quientemealloboferoz.com Y así, después de pagar un pastizal por los portes fue como cogí mi autobús, a salamaquez y me fui a casa. Sola, ¿qué tal? Estupeda, oye.
6.7.12
water u doing
Ya tengo agua, fría, pero fluye y como a toda psicópata que se precie de serlo, me sienta de maravilla. Ya me he mudado y en mi nueva casa voy a ser muy feliz. Tengo todo lo que necesito y nada más. No me sobra ni me falta. Tengo futuro, proyectos, esperanzas y sé que poco a poco, según llegue la calma, el descanso, el agua caliente, sé que poco a poco me sentiré mejor. Marcello está feliz en su nuevo ranchito por lo menos hasta hoy. Mañana llega Greta, la gata de Maremeva que es opuesta a él no sólo en el color sino en la actitud. No sé que pasará con semejante loca de la casa pero sé que será divertido y algo arriesgado. En cualquier caso será bueno. Y tengo a mis amigos cerca, qué más se puede pedir.
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