28.2.12
Abandonar Estocolmo
Termino el índice, enumero las notas, separo capítulos y comienzo a leer por segunda vez. Ahora, por fin en silencio me doy cuenta de qué sentido tenían esas comillas y me decido a borrar mis notas a lápiz en los márgenes. Sin embargo me doy cuenta de que no tengo una mísera goma de borrar. En una casa donde uno puede encontrar todo tipo de gadgets esto resulta ridículo. Pienso en la miga de pan como alternativa, y me doy cuenta que aquella lectura compulsiva del Manual de los jóvenes Castores no fue en vano. No tengo goma de borrar y son las ocho de la tarde. La idea de esperar doce horas me parecería terrible de no ser porque tengo cosas peores en que pensar. Cosas peores o no, según se mire. Quizá cosas más complicadas. Decisiones unilaterales. Cable rojo o cable verde. Si me equivoco haré chas! y apareceré a vuestro lado. Hasta Marcello me mira desconcertado. Trae en la boca su juguete hasta el salón y lo suelta frente a mí. Marcello es un gato pero es un gato algo tenso esta tarde. Tenía previsto llorar pero soy imposible y me sale mejor con público. Iba a dedicar la tarde a compadecerme de mí misma pero no me sale. Nadie me va a decir lo que quiero oir o lo que debo hacer. No hay nadie a quien echarle la culpa si me equivoco, si algo sale mal. Supongo que la madurez era esto. Yo seré la responsable de mi decisión para bien o para mal. Sé que no aguanto más el trato que se da a la gente en mi lugar de trabajo. Me doy cuenta que no estamos programados para tomar decisiones unilateralmente. Pienso en lo mejor para mí y tengo remordimientos de conciencia. La última de la fila. Debería haber montado un grupo en los ochenta. Pero algo bueno ocurre: después de meses estoy aquí otra vez escribiendo lo que siento sin importarme quien lo lea. Estoy triste, asustada y a la vez siento que soy fuerte. Y lo soy más aún porque sé que no estoy sola. Esta vez creo que incluso cuento conmigo misma. QUizá sea ya hora de abandonar Estocolmo.
24.2.12
Historias de YO
Ante situaciones de tensión extrema los hay que encuentran consuelo en el chocolate, otros en el helado y YO en el queso. En las últimas semanas se hubiera comido al pakistaní de su barrio si alguien le hubiera fundido queso Cheddar por encima. YO se viste y para hacer prosperar cada capa se ve obligada a simular los movimientos de un luchador de sumo. Así consigue YO que le suba la faja antes conocida como braga, el pantalón y lo que consiga camuflar todo aquello que no justificaría ni el mejor guión de MAD MEN.
Leyó una vez que lo llamaban por venir porque no viene nunca. YO, que harta comer de hostias se ha vuelto mahometana, se ha especializado en ir a cazar montañas como otros persiguen huracanes o tormentas perfectas. Y ahora YO está decidida a ir a por aquello que está por venir para hacerlo llegar ya. YO es así. YO quiere ser así. YO está a punto de elegir sin marcha atrás ser así de modo constante. YO y Tú estáis aquí para verlo.
Leyó una vez que lo llamaban por venir porque no viene nunca. YO, que harta comer de hostias se ha vuelto mahometana, se ha especializado en ir a cazar montañas como otros persiguen huracanes o tormentas perfectas. Y ahora YO está decidida a ir a por aquello que está por venir para hacerlo llegar ya. YO es así. YO quiere ser así. YO está a punto de elegir sin marcha atrás ser así de modo constante. YO y Tú estáis aquí para verlo.
14.2.12
13.2.12
Magnify your happiness
No queda otra. Entusiasmarse. Buscar el lado bueno de las cosas. Atreverse a creer que se puede convencer a los otros de que los que aparentan generalmente, engañan.
Aprieta la mandíbula, mira a la pantalla, guarda silencio y ambos, mal que nos pese, nos mantenemos a la espera. Saturada. Harta. Semana de resoluciones. Semana de revoluciones. Lunes.
Aprieta la mandíbula, mira a la pantalla, guarda silencio y ambos, mal que nos pese, nos mantenemos a la espera. Saturada. Harta. Semana de resoluciones. Semana de revoluciones. Lunes.
7.2.12
Pienso luego insisto
No encuentro mi azul. He pasado un rato en una tienda de bricolage mirando tipos de pintura, esmaltes de diferentes colores, en definitiva, distrayendo mi mente de los malos presagios. Y ahora tengo unas ganas feroces de desmontar los muebles de la cocina y sus tiradores. Quiero pintarlos de blanco y restaurar con esmalte color plata los pomos. El salón vendrá más tarde, cuando encuentre mi azul. QUizá resulte cómico pero pensar en pinturas, decoraciones, proyectos, me hace sentir útil. Me hace sentir que hay algo que puedo controlar. Ordena mi mente. Me da templanza. Con todo, parece que los últimos días hace menos frío. Necesito un descanso. Siento que me están moliendo a palos. Soporto la tensión porque tengo experiencia en funerales. Sin embargo, para todo hay comentarios superfluos. Estás en una nube, no deberías marcharte. Si estuviera en una nube sería un oso amoroso y no tengo el pelo cubierto de pelo de colores. Pienso en mi padre y en mi hermano, pienso en el tiempo lejos de ellos, en hacer que valga la pena, pienso luego insisto.
6.2.12
Una habitación azul
Me apetece pintar el salón de azul oscuro, poner molduras blancas, añadir algún toque de verde lima. No es lo que la mayoría haría, es arriesgado, es poco convencional pero me apetece y no hago daño a nadie pretendiendo algo así. Claro que no estoy segura al 100% pero por qué hay que luchar tanto por cosas tan elementales. Los derechos fundamentales no detallan el caso pero estoy convencida de que lo contemplan.
3.2.12
1.2.12
El castillo de naipes
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