4.11.10

El domador de fieras y su musa

Al paso que van las cosas tendré que abandonar mi profesión y reciclarme. Lo tengo claro, quiero ser musa. Más alla de los superpoderes y su alcance, que recientemente he asumido como algo cotidiano y casi inconsciente, más allá de eso o además de eso, quiero ser musa en los próximos años. Musa para inspirar y respirar. Musa para abrazarme a mi muso y dormir a la sombra del león.

No terminan nunca las batallas, no da tiempo a que cicatricen los arañazos para que sobre la piel se dibujen nuevas rasgaduras. Qué sosera, qué sopor, andar siempre aguantando los mismos golpes, cubriéndote de los mismos directos a la boca, protegiendo, con los brazos como aspas, el estómago. Me pregunto si nuestro "centro de gravedad" es también un espacio metafórico, si nos derrumbamos cuando nuestro centro se colapsa incapaz de gestionar las constantes agresiones que recibimos.
Quiero ser musa dentro de mi muso. Inspirarle. Respirarle. Toserle. Amarle. Follarle. Quererle. Desayunar juntos en la galería, con Marcello paseándonos las piernas.
Sonreír. Fundido en negro. Reír. Fundido en negro. Disfrutar de la vida. Créditos y FIN.

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