12.4.11

Oler a pan

Dicen que cuando te mueres, antes de cruzar al otro lado, huele a pan. Mis fuentes son de lo más dudoso pero desde que no puedo morder experimento, cada vez con más intensidad, una sensación cercana a la muerte. Porque yo cada mañana cuando voy a la parada del autobús... huelo a pan. Huelo a pan y experimento casi un trance místico. Imagino tiernos croissants deshilachándose al atraparlos entre mis dientes, donuts de azúcar que ceden a mi mordedura y acarician con suavidad mi paladar, crujientes cortezas de pan impregnadas en aceite y tomate que estallan en mi lengua y se mezclan en mis papilas gustativas con el sabor del cáfé. Ay, son ya tres semanas y aún me quedan cinco más a dieta blanda. El otro día me descubrí en el Lidl camufalda detrás de una estantería oliendo la miga cruda del pan recién horneado, como un animalito. Hasta que muerda. Ay.

1 comentario:

g dijo...

Te ha faltado añorar las magdalenas. Todo sea dicho: para mí también ganan los croissants y el pan, uf, el pan.
Falta menos, Covavski.
Echaba de menos leerte.
xxx
g