Llegó el día. Increíble. Sólo vacaciones. Sin enfermos, ni cadáveres, sin penas; con los deberes hechos y con ganas de volver a un futuro que me está esperando. Pero antes, un mes para recuperar la cordura, descansar, disfrutar, sonreír, reír, viajar, volar, bailar, caminar por París, casarnos todos en Lyon y quien sabe cuando, cómo, de qué manera, volver a casa. Cuando abra la puerta encontraré una familia, mis amigos, Marcello, Maremeva, una vida completa y nueva.
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