28.9.09
Nana para un vagón
La soledad de las salas de espera, los trasbordos, los tiempos muertos, los muertos, los lugares comunes y los tópicos. No es cierto. Es mentira. No existen. Shhh. Pero no se lo digas a nadie. Shhh. El silencio, la soledad están llenos de tiempo para pensar, mirar por la ventana, leer, dormir, volver a leer, pensar en fingir una parálisis de los miembros inferiores. Imaginar distancias imposibles. Proyectar escribir. Especializarse en nubes o raíles. Obtener el título. Aprender a volar. Enredar los rizos como camaleones a la catenaria del tren y dejar que el balanceo combe las caderas a la derecha...y a la izquierda. A un lado... y al otro. Deprisa y despacio. Marearse. Puerta. Shsss. Puerta. Shhsss. Avanzar con la nariz hilvanada con el aroma de un falso café. Cerrar los ojos. El pasillo de casa. Los primeros pasos. El suelo está inclinado. Este pijama resbala. Shssss, shsss, duémete niña, duérmete...ya, shsssss, shssssssssssssssssssss.
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1 comentario:
¡Qué bonita la nana! Debe de haber sido un viaje gozoso...
¿Viste el Babelia sobre los viajes en tren? Como anillo al dedo...
Besos mil,
P.
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