Cumplen años y nos utilizan. Se han apropiado del espacio. Abusan de nuestros sentimientos. Se aferran a las baldosas y nos desafían. No, el armario no piensa abandonar la casa. No gira en su camino hacia la puerta de salida. Me obliga a mutilarlo o a alzarlo de nuevo. Pero no lo haré. Si lo elevo me arriesgo a que en el proceso se deje caer sobre mí y sea yo entonces la que acabe mutilada. No me fío de sus bisagras, de su falsa bondad de madera milenaria. Ya lo intentó hace días cuando quiso amenazarme en la sala rompiendo la luna de uno de sus espejos. No tuvo suerte. No me alcanzaron sus cristales. Supongo que debió ser frustrante. Supongo que por eso mordió rabioso el marco de la ventana mientras lo deslizaba sirviéndome del sofá hasta echarlo en el suelo. Por mucho que exhiba sus molduras de rancio abolengo, me la tiene jurada como un vil pandillero.
Voy a pedir refuerzos. Serán otros los que lo saquen de aquí. Se ha vuelto peligroso. Ha perdido la veta y me observa amenazante desde el pasillo mientras duermo. Veta. Me has hecho daño, Veta. Veta de aquí!!
31.1.12
30.1.12
Nosotros, que nos quisimos tanto
El salón en el dormitorio y el dormitorio en el salón. Cambio de escena. Una suite con galería donde la luz entra tamizada por la ventana; desayunar en un salon donde aprovechar al máximo la luz del día. Una apuesta por la claridad, por las reuniones con otros. Sin embargo, al salón aún se le nota que antes fue un espacio dedicado al sueño. Ahora la intimidad lo será más y la zona pública también. Cada cosa en su lugar.
Sin embargo, he luchado contra una nueva bestia, un armario de tres cuerpos y de más de 3 años, de cuando los muebles se hacían con madera sin reciclar y duraban épocas enteras. Un armario sin piezas. Un armario sólido, firme, que ahora descansa en el pasillo de la casa como un búfalo agonizante. De nuestro primer enfrentamiento no me quedan señales. En un par de ocasiones a punto estuve de quedar atrapada para siempre en aquella habitación sin posibilidad de escape. Y ahora nos queda la batalla última: salir del pasillo y avanzar hacia la calle. No sé si será posible. Será este martes, cuando anochezca. Ya os contaré entonces que ha sido de nosotros, que nos quisimos tanto.
Sin embargo, he luchado contra una nueva bestia, un armario de tres cuerpos y de más de 3 años, de cuando los muebles se hacían con madera sin reciclar y duraban épocas enteras. Un armario sin piezas. Un armario sólido, firme, que ahora descansa en el pasillo de la casa como un búfalo agonizante. De nuestro primer enfrentamiento no me quedan señales. En un par de ocasiones a punto estuve de quedar atrapada para siempre en aquella habitación sin posibilidad de escape. Y ahora nos queda la batalla última: salir del pasillo y avanzar hacia la calle. No sé si será posible. Será este martes, cuando anochezca. Ya os contaré entonces que ha sido de nosotros, que nos quisimos tanto.
23.1.12
Propósitos 2012
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor antes de pasar a mejor vida.
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor
Una vida mejor antes de pasar a mejor vida.
9.1.12
Preparando la reentrada.
copy: Banksy
Sí, debería haberlo hecho antes, un post a lo feliz 2012 o algo así. Pero confieso que no ha sido posible. Después de superar de modo convincente las fiestas estoy dedicada a que mi reentrada en la atmósfera del día a día resulte lo menos trágica posible. Disculpen las ausencias.
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