31.5.10

French Movie


I was in a French movie
and had only nine hours to live
and I knew it
not because I planned to take my life
or swallowed a lethal but slow-working
potion meant for a juror
in a mob-related murder trial,
nor did I expect to be assassinated
like a chemical engineer mistaken
for someone important in Milan
or a Jew journalist kidnapped in Pakistan;
no, none of that; no grounds for
suspicion, no murderous plots
centering on me with cryptic phone
messages and clues like a scarf or
lipstick left in the front seat of a car;
and yet I knew I would die
by the end of that day
and I knew it with a dreadful certainty,
and when I walked in the street
and looked in the eyes of the woman
walking toward me I knew that
she knew it, too,
and though I had never seen her before,
I knew she would spend the rest of that day
with me, those nine hours walking,
searching, going into a bookstore in Rome,
smoking a Gitane, and walking,
walking in London, taking the train
to Oxford from Paddington or Cambridge
from Liverpool Street and walking
along the river and across the bridges,
walking, talking, until my nine hours
were up and the black-and-white movie
ended with the single word FIN
in big white letters on a bare black screen.

David Lehman

28.5.10

My own primavera sound


Como cada primavera, el mismo sound around me. Maremeva se ha fastidiado un alita, un ala real que no regia, culpa de una bursitis que le ha puesto el brazo como a Popeye pero sin el ancla.
A pesar de que la bursitis no se produce por desgaste del brazo en contacto con el borso, ahora que la monarquía se decanta por lo público y su majestad se opera en el Clínico, Maremeva y yo nos fuimos (al más puro estilo " Tú a Boston, yo a California") a operarla a la Tecknon.
No es que llegaramos allí y pidiéramos intrumental y quirófano a lo Juan Palomo (el gran patron de una nueva generación de multitask) pero cogimos la borsa de pioneros de la familia, Nintendo, cargador de móvil y muda y allí que nos fuimos. La operación un éxito y la habitación divina de la muerte. Ahora bien, me devolvieron a Maremeva con el brazo inmovilizado, robocopizada del todo y disfrutando a tope de su anestesia general. Confieso que sentí cierta envidia pero servidora, a día de hoy, lo mismo le da dormirse encima de un alfiler que de un kilo de guisantes.

A la mañana siguiente nos dieron el alta y regresamos a casa, donde nos esperaba un Marcello bastante pelusón. Así que ahora vivimos una situación muy a lo Benjamin Button: Maremeva a sus años necesita todos los cuidados y yo a los míos estoy de un superwoman que no me aguanto. Y así ando, mandando mensajeros a hospitales para recoger la Nintendo de la niña, que se le ha olvidado en la Tecknon. Mientras tanto, Marcello, para dolerse del déficit de atención que acusa, sobrevuela el vendaje de mi madre saltando de lado a lado del sofá cual león atravesando un aro de fuego. Y yo con el corazón en un puño. Cualquiera lleva a estos dos al cole y a las extraescolares, atiende a sus obligaciones laborales y le encuentra el punto a las judías para que la afición no tenga quejas y no me denuncie a los servicios sociales.

Si es que yo en otra vida me lo debí pasar de muerte.

10.5.10

C. is for...

Benigno

Hay profesiones y condiciones que nunca serán valoradas como corresponde: editor, corrector, traductor, cajero automático en el País Vasco y, desde este fin de semana, nódulo real.
Quién me iba a decir que a la misma hora que me levantaba el pasado sábado, y a pocos metros del epicentro de la noticia, el nódulo del Rey era exterminado sin razón aparente. El pobre, que según informó y consta en el parte médico era Benigno de nombre y condición, fue obligado a abandonar por la fuerza el pulmón real.
Pobre Benny, cómo se lo iba imaginar, si él crecía convencido de ser un miembro más de la realeza, coronado por esas borbónicas venitas azules como estaba desde su más tierna infancia, cuando apenas era un pólipo de nada. Y ya es mala suerte que entre tanto pulmón como hay te destinen al que peor te trata, el Guantánamo de las pleuras. Si es que la monarquía ya no es lo que era. ¿ No eran los borbones tan campechanos, tan del pueblo, tan como nosotros?

Guardemos silencio por Benigno, de profesión nódulo real, al servicio de su majestad y de España para servirle y obedecerle siempre por los siglos de los siglos. Amén.