Los extremos de un cromosoma se llaman telómeros y la parte central, centrómero. Un gorila tienen 24 cromosomas. El ser humano tiene 23 . Así que parece que sólo un cromosoma nos separa y nos hace diferentes. Pero sólo lo parece. En realidad un cromosoma unió su telómero al siguiente creando otro con doble centrómero. Esto demuestra que los hombres y los simios nos adornamos con cadenas de ADN similares y explica la teoría de la evolución frente a la amenaza de la teoría del Diseño Inteligente que supone una intervención divina que habría sido la responsable de todo este tinglado. Más o menos eso es lo que contaba un documental del canal Odisea a propósito de Darwin y sus teorías.
Pero a mí lo que me llena de ternura es la historia del cromosoma rebelde, el enamorado, el telómero Capuleto que giró sobre su telómero Montesco para desconcierto de la comunidad científica y que no fue otro que el cromosoma nº2, el máximo representante de los pares. No podía ser de otra manera. Dos cromosomas en uno. Amor telómero con un corazón de doble centrómero haciendo bum, bum, bum, bum.
Y tb me sé la historia de las grafías mayas y sus grifos y que el arte musivo es el arte de hacer mosáicos y que el artesano que los hace se llama "musívaro", que suena a músico bábaro o mejor, a un músico avaro, un músico que sólo tocase la nota "mi-mi-mi-mi-mi-mi-miiiiiiiiiiiiii-miiiiiiiiiiiiiiiiiii", justo lo opuesto a nº2 nuestro cromosoma enamorado, ese que todos llevamos dentro y que a veces viene de patas o se nos espachurra un poco pero que siempre, siempre, vuelve a la cadena porque esa y no otra es su naturaleza: estar enamorado.